Reino Unido. La derrota del laborismo y el futuro del progresismo

por La Nueva Mirada

Por Carlos Fortin

La elección parlamentaria del Reino Unido ha sido descrita como la peor derrota del Partido Laborista desde 1935. Esta descripción es correcta si la base es el número de escaños obtenidos; no es correcta si la base es la proporción de votación popular alcanzada, que difiere de la distribución de escaños debido al sistema electoral británico no-proporcional (first-past-the-post). La verdadera catástrofe laborista tuvo lugar en 2010, cuando el Partido obtuvo el 29 % de los sufragios (en la elección reciente fue de 31,3) que abrió la puerta a una década de gobiernos conservadores como producto de la bancarrota política y moral de Tony Blair, Gordon Brown y el New Labour.

Con todo, el Partido Laborista acaba de sufrir una derrota aplastante, y es importante tratar de entender sus causas, no solo para el laborismo británico sino para el progresismo en otros países y en Chile en particular.

Con todo, el Partido Laborista acaba de sufrir una derrota aplastante, y es importante tratar de entender sus causas, no solo para el laborismo británico sino para el progresismo en otros países y en Chile en particular.

En cierto sentido se puede decir que la elección británica no la ganó Johnson, sino que la perdió Corbyn. La votación conservadora esta vez fue inferior a la de la elección de 2017 (57.000 votos menos) mientras que el Partido Laborista perdió 2.837.000 votos respecto de 2017.

En cierto sentido se puede decir que la elección británica no la ganó Johnson, sino que la perdió Corbyn.

 Todos los análisis de las causas de esta pérdida mencionan el impacto del Brexit y las deficiencias del liderazgo de Corbyn y de la campaña laborista en general. Algunos, sin embargo, en la derecha británica (incluido lo que queda del New Labour) han sostenido que lo esencial fue el “radicalismo” en una dirección socialista del programa de Corbyn, con nacionalizaciones y cambios estructurales para la redistribución del ingreso y la riqueza.  El propio Blair retornó brevemente del desierto político para declarar que Corbyn fracasó porque propuso “un tipo de socialismo cuasi revolucionario, -una mezcla de políticas económicas de extrema izquierda … que nunca ha atraído y nunca atraerá al votante laborista tradicional”.

Las falacias de esta explicación no son difíciles de refutar. En la elección de 2017 con Corbyn como líder y el mismo discurso socialista el laborismo sacó el 40% de los votos, contra el 42.7 de los conservadores. Y una encuesta realizada ese año sobre preferencias en materia de política económica de la población británica resume sus conclusiones de la siguiente manera:

En la elección de 2017 con Corbyn como líder y el mismo discurso socialista el laborismo sacó el 40% de los votos, contra el 42.7 de los conservadores.

Los resultados son impresionantes.

Encontramos que, en casi todas las materias, el público tiende a favorecer ideales contrarios a los del libre mercado. En lugar de una economía no regulada, el público está a favor de la regulación. En lugar de que las empresas se esfuercen por obtener ganancias por encima de todo, quiere que las empresas obtengan menos ganancias y sean más socialmente responsables. En lugar de la privatización de los sectores del agua, la electricidad, el gas y el ferrocarril, prefiere la propiedad pública. Está a favor de que haya topes salariales para los dueños de empresa, los altos ejecutivos y los miembros de las juntas directivas, y que el gobierno ponga coto a los excesos de la gran empresa.

Particularmente impactante son las conclusiones con respecto a nacionalizaciones, resumidas en el cuadro siguiente:

Fuente: Legatum Institute, Public opinion in the post-Brexit era: Economic attitudes in modern Britain, Londres, octubre 2017

Por la inversa, el argumento más creíble es que la gran causa de la derrota fue la cuestión del Brexit. De los 60 escaños perdidos por el laborismo, 53 fueron en distritos que votaron por salir de la Unión Europea en el referéndum de 2016, con una mayoría en promedio de 58%.

Por la inversa, el argumento más creíble es que la gran causa de la derrota fue la cuestión del Brexit. De los 60 escaños perdidos por el laborismo, 53 fueron en distritos que votaron por salir de la Unión Europea en el referéndum de 2016, con una mayoría en promedio de 58%.

El siguiente cuadro muestra la evolución de las preferencias electorales de los británicos según las encuestas en los meses de abril a noviembre de 2019.

Reino Unido: evolución de las preferencias electorales

Se puede ver que en abril  el laborismo estaba nueve puntos por encima de los conservadores (36% contra 27%), ventaja que se mantiene en mayo, si bien con una caída en las preferencias de ambos partidos (31% laborista, conservador 22%); que cae a un 2% de ventaja en junio cuando empieza un repunte del voto conservador  (24% contra 26% del laborismo); y que el conservador supera  al laborismo en julio (conservadores 21%, laboristas 15%). Esto coincide con la caída del voto del Partido Brexit, de extrema derecha, que había capitalizado el voto antieuropeo hasta ese momento. Ese voto –incluido votantes laboristas- se vuelca a partir de julio hacia los conservadores. En la última encuesta antes de la elección el voto de Brexit aparece reducido a un 5%, el conservador se eleva a 43% y el laborista presenta un repunte a un 31%.

Sin duda también influyeron en la derrota deficiencias en el liderazgo y conducción de la campaña misma. La dirección del Partido no identificó claramente los escaños que había que defender y los que podían ganarse a los conservadores; por ejemplo, se destinaron recursos a la campaña en el distrito de Johnson por el efecto de propaganda que hubiera tenido el que él perdiera su escaño, aun cuando la probabilidad de que eso ocurriera era remota. No se priorizaron los mensajes de políticas, con lo que las propuestas parecían una larga lista difícil de digerir por el electorado.

La principal crítica a Corbyn es haber sido ambiguo respecto de Brexit. Pero lo cierto es que para él era imposible ser más categórico. Se calcula que un 30% de los votantes laboristas votaron por Brexit en el referéndum, y eso en los distritos obreros del norte y centro de Inglaterra que fueron la base del triunfo de Corbyn en la elección de líder. Esos obreros esta vez decidieron votar por los conservadores para salirse de la UE (la izquierda laborista tiene una larga historia de oponerse a la Unión Europea que se remonta a los legendarios debates entre Tony Benn y Roy Jenkins en los setenta).

La principal crítica a Corbyn es haber sido ambiguo respecto de Brexit. Pero lo cierto es que para él era imposible ser más categórico.

Corbyn ya anunció que va a renunciar al liderazgo del Partido, pero no dijo cuándo. No hay ninguna figura clara para remplazarlo en la izquierda y la derecha laborista todavía está bajo la sombra del desastre político (y moral) que fue el New Labour y Blair. Lo que no es probable es que cambie lo esencial del programa con que fue a la elección que, si bien con defectos, ha sido reconocido por muchos sectores como el único que enfrenta los problemas estructurales de la economía y la sociedad británicas. El punto es enfatizado por una carta al Financial Times de un grupo de 163 conocidos economistas y cientistas sociales, todos progresistas, pero de variadas orientaciones teóricas y políticas.

Corbyn ya anunció que va a renunciar al liderazgo del Partido, pero no dijo cuándo. No hay ninguna figura clara para remplazarlo en la izquierda y la derecha laborista todavía está bajo la sombra del desastre político (y moral) que fue el New Labour y Blair.

Por otro lado, a pesar de su victoria, Johnson claramente va a enfrentar problemas. Ciertamente va a sacar al Reino Unido de Europa el 31 de enero, pero en ese momento se abre un proceso de negociación largo y complicado acerca de las relaciones tendrá con la UE, y en eso está lejos de haber consenso entre los que apoyaron a Johnson. El jefe del Partido Brexit declaró que ahora se lanza a la campaña por reformar la propuesta de Johnson sobre los términos del brexit, posición compartida por varios conservadores brexiteers dentro del nuevo Parlamento. Cosa que evidentemente la UE no va a aceptar.

Un elemento que merece atención es la nueva hornada de conservadores que llegan representando a los distritos que le arrebataron al Labour. Estos son distritos obreros que, una vez que lo del brexit esté andando van a poner presión para impulsar una agenda social. El Chancellor of the Exchequer ya ha dicho que se va a poner fin a la austeridad. Eso le va a crear problemas a Johnson con un sector del Partido Conservador que cree que este es el momento para revivir las políticas de la Thatcher; además va a tener que encontrar los recursos para financiar la agenda.

Un elemento que merece atención es la nueva hornada de conservadores que llegan representando a los distritos que le arrebataron al Labour. Estos son distritos obreros que, una vez que lo del brexit esté andando van a poner presión para impulsar una agenda social.

¿Qué conclusiones podemos sacar los progresistas? Lo primero es tal vez estar claros en qué conclusión no debemos sacar: es falso que el futuro del progresismo esté en abandonar la visión socialista y disfrazarse de neoliberal, a la Blair/Brown. Lo segundo es la urgencia de definir un nuevo pacto social que permita implementar una agenda socialista profunda pero realista. El programa del Partido Laborista da pistas interesantes y merece una revisión cuidadosa.  También vale la pena explorar las propuestas de Thomas Piketty en su reciente libro “Capital e ideología”.

es falso que el futuro del progresismo esté en abandonar la visión socialista y disfrazarse de neoliberal, a la Blair/Brown.

También vale la pena explorar las propuestas de Thomas Piketty en su reciente libro “Capital e ideología”.

Lo esencial es resistir la falacia neoliberal de que el suyo es el único modelo viable. Máxime cuando las contradicciones estructurales de ese modelo están crecientemente a la vista de todo el mundo, y ciertamente de todos los chilenos.

Lo esencial es resistir la falacia neoliberal de que el suyo es el único modelo viable. Máxime cuando las contradicciones estructurales de ese modelo están crecientemente a la vista de todo el mundo, y ciertamente de todos los chilenos.

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