La muy leída y siempre desafiante escritora española pasó brevemente por Chile y llegó, en sus días finales, a la reciente 45 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Lo hizo para presentar “Los tiempos del odio”, la tercera novela de su saga protagonizada por la detective, clon de humanos, Bruna Husky. El abordado mundo del futuro tiene puntos de encuentro con los sucesos contemporáneos que inquietan a la narradora y se manifiestan, con elocuencia, en la conversación que sostuvo con Hinde Pomeraniec, reconocida editora de Cultura de Infobae. Es parte de aquel diálogo el que se reproduce en algunos fragmentos escogidos.
«El concepto de normalidad tiene un marco normativista basada en un hecho estadístico. Todos somos anormales, no existe la normalidad. Por eso me fascinan los excesos del ser».
«En esta época los malos parecen buenos y los buenos parecen malos, pero no creo en la equidistancia de las cosas, los acontecimientos. Tomo partido. Creo que la realidad te lleva a comprometerte».
«Existe un prejuicio con la ciencia ficción. Según un estudio publicado en Madrid, el género literario que más odian hombres y mujeres es la ciencia ficción. Y yo he escrito tres novelas del género. Alguna vez alguien me ha dicho: ‘Detesto la ciencia ficción, pero he comprado tu novela porque me gustas como autora’. Hay que ser generoso como lector para comprar un libro sólo porque lo firmo yo. Sin embargo, esto es un prejuicio. La mayor parte de los lectores que odian la ciencia ficción no han leído ciencia ficción. Esta mañana lo he podido comprobar una vez más con la queridísima María O’Donnell en su programa de radio, quien me dijo que el género no le interesaba y cuando le pregunté pues qué había leído se quedó pensando. Yo creo que la ciencia ficción permite pensar el aquí y el ahora con herramientas literarias que también se nutren del desarrollo tecnológico y científico. Y así se puede pensar el mundo de hoy».
«Vivimos unos tiempos de odio en los que la democracia está cuestionada en su credibilidad. Asistimos a unas democracias muy corruptas que permite la emergencia de una demagogia que sólo se dirige a las emociones y no a la cabeza de los votantes. Trump y Bolsonaro ganaron las elecciones con consignas de odio y forman parte de extremismos de derecha o de izquierda, como los que puede representar Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua. Por eso tenemos el deber de refundar la democracia. Por nuestros jóvenes».
Tras la lectura de un fragmento de la novela, realizado por Hinde Pomeraniec, la autora fue elocuente al vincular aquel relato – referido a una transparencia brillante y fantasmal, prótesis, implantes, aleaciones metálicas, ojos biónicos y otros componentes artificiales – con sus vivencias: «Yo tengo tornillos de titanio en la columna, tengo dos piezas dentales de titanio y dos lentes intraoculares. Soy un cyborg. En Dinamarca se pueden implantar chips en la mano para realizar compras y trámites, lo cual me parecería de una enorme utilidad. Estamos en presencia de la transhumanidad. La gran pregunta es: ¿qué es ser un ser humano?».
Tras leer otro notable fragmento la interrogadora le preguntó ¿Qué es la belleza? La respuesta fue igual de breve:” La belleza nos salva, nos trae transparencia frente al caos y la suciedad de la vida. Yo escribo para darle un sentido al dolor. Eso que nos hace ser más grandes de lo que somos es la belleza».
La narradora le contó a su interlocutora que, pasados sus cuarenta años, se había realizado su primer tatuaje: una salamandra, que gracias a su tenacidad ha podido sobrevivir. “Hacernos un tatuaje es como decirle al cuerpo: no te habré elegido, pero con este tatuaje te he elegido”. Añadió, en sus revelaciones, que en la parte posterior del cuello se había tatuado aquella frase que nuestro poeta Raúl Zurita instaló monumentalmente en el Desierto de Atacama: “Ni pena, ni miedo”, para culminar adelantando que un tatuador: “maravilla haciendo textos”, le agregará el poema de Salvatore Quasimodo: “Cada uno está solo en el corazón de la tierra/ traspasado por un rayo de sol/ y de pronto anochece”
Así continúa fascinando lectores la escritora que hace 40 años debutó con su primera novela “Crónica del desamor”.