En el país del delivery “Abril es el mes más cruel”. “Engendrará deseos y recuerdos muertos en la ciudad yerma”. (Casi), dijo Elliot cargando 30.000 muertos del Chile pandémico. Pero Jünger escribió sobre las tormentas (políticas constitucionales) de acero.
Escribimos nuestra historia, en un rectángulo de metal vacío y confinado. Fuertemente vigilado. Donde hacen eco las palabras aceradas del último revolucionario victimario encarcelado. “Llamó a los dueños del canal para quejarse por los contenidos”. Poder absoluto. Desmedido. Descontrolado. Desconsiderado. El rey (no) ha muerto.
Quizás, allí hay un cofre lleno de monedas y dólares enterrados. Sepulcro oculto de la plaza vacía.
¿De los casinos Enjoy? ¿Quién lo sabe? ¿Sólo el “soldado desconocido”?
¡No! Personas conocidas.
¡Un año! para arreglar un caballo. ¡Inmóvil!
Cientos de carabineros, impiden los recitales de los viernes. Mientras, se quema parte de la “frontera” sur.
Llora el poeta Tellier.
Decadencia absurda.
Nuestra historia torcida entre la riqueza y la pobreza:
Voces en el cielo
espejos rotos.
Decepciones.
El sonido del organillero se estrella con la mosca que vuela.
El zumbido rebota en el vidrio. La mosca choca con el vidrio. Se la come, el gato negro peludo.
“Ñau”, dice con satisfacción gatuna.
En Iquique, el grupo “K-POP Primera Línea de Tarapacá”, tenía un “encargado de lanzar los peñascos” y otro las Molotov.
Las fuerzas del orden tienen el encargado de la escopeta antidisturbios.
Dinero, balines, peñascos, ojos, molotov, fuego, muertos y K-Pop. Nuestro mundo de hoy.
En medio del país, “Escuchen el canto del dinero (…) / Es inmensamente triste”.
“Vuelvo a la cama a tientas después de mear” (Eso le pasaba al poeta Philip Larkin. A mí no, por ahora).
Quizás escriba algún día sobre una figura de metal con alma de mujer que nació en la plaza. Cuando ya no había nada. Cuando ya no había nadie.
Inmóvil en la noche y bajo la luz del sol, su espíritu, vagará libre sólo al amanecer.
Ya duermo abrazado a su belleza.
“El dinero me reprocha: ¿Por qué me dejas aquí tirado y sin usar? / Soy todos los bienes, y el sexo que nunca tuviste”. (Aclaro que yo sí lo tengo de vez en cuando).
Soy todos los viernes también.
¡De pie! Respeto por los muertos. Menos la economía.
Aroma a lilas blancas y a amapolas púrpuras.
Nietzsche toca el piano. Dios psicoanaliza a Freud. (Peña, a todos).
¿De qué color era el caballo rojo de Baquedano?
Ideas embrujadas se apoderan de Santiago.
El organillo llora. El organillero sólo da vuelta la manilla.
En el centro, nació un árbol de ojos marchitos en la plaza eterna.
“Recordatorio del dolor y la fuerza de ser joven”.
Recuerdos de una revolución. En medio de cobardes y tormentas de acero.
Ciudad perdida. Chile perdido. Una revolución ¿perdida?
Estructuras de acero. De poderes económicos y políticos ¿Invencibles?
Por ahora.
Recuerdos antiguos se caen a pedazos.
“Por tanto /tanto”. Se lamentaba el poeta Robert Creeley antes de morir de COVID en la tercera ola. (Fake new; murió el 2005).
Tomaron agua en sus propios cráneos.
“La muerte es algo serio”, dijeron los muertos. (Uno cada 15 minutos por el virus exterminador).
“Ser tímido y tardío en la pandemia, ha sido un desastre. Causando miles de muertes evitables”. (Un líder inglés, con una lucidez escasa).
¡Cuarentena total, autoridades timoratas! Irresponsables. Desdichadas. Desventuradas. No felices.
El éxito o fracaso, se mide por el número de muertos. El juicio de la historia.
Sólo el área oriente sin cuarentena. Elite hegemónica de poder económico. Y político.
¡Vergüenza!
Que la Pintana venda y compre con delivery.
¡Escuchen!
¡Primero la economía! ¡Después la vida! Total, siempre ha sido así.
Es la hora de la necrosis, la psicosis y las mentiras.
(La corrupción ha estado siempre).
Nacen fantasías de fierros oxidados.
Olvidados.
Nos caemos a pedazos.
En tormentas virales.
Y de acero.
Tener menos es tener más, dijo Buda
¡Iluminación!