Cuando Sanna Marin se convirtió en Premier finlandesa en diciembre de 2019 a la cabeza de una coalición de partidos dirigidos por mujeres, hubo un muy fuerte registro en los medios de comunicación a nivel mundial. Y no podía haber sido de otra manera. Por un lado, se completó un puzzle fascinante para cualquier analista político, ya que Finlandia se transformaba así en el primer país del mundo en estar gobernado enteramente por mujeres. Algo absolutamente inédito. Por otro lado, y simultáneamente, Marin era la persona más joven en la historia política del país en llegar a tal cargo. Incluso, la más joven del mundo. Apenas 34 años de edad.
Finlandia se transformaba así en el primer país del mundo en estar gobernado enteramente por mujeres. Algo absolutamente inédito.
Su ascenso aportó dos nuevas (y muy extraordinarias) singularidades a un país que, pese a su distancia de los grandes centros europeos, y a su aislamiento relativo en términos del debate de ideas, ha sabido labrarse una posición de vanguardia en temas políticos internacionales de manera bastante asertiva y relevante.
Por ejemplo, durante la Guerra Fría, el país se inclinó mayoritariamente por la socialdemocracia (una corriente llegada muy temprano a Finlandia, a fines del siglo 19) y adoptó una posición de equidistancia activa (muy diferente de la neutralidad suiza o austríaca), basada en una clara pertenencia a Occidente y en un sistema capitalista indubitable, pero con una tremenda particularidad.
Este desarrollo equidistante y activo, asumido inmediatamente tras finalizada la Segunda Guerra Mundial, se implementó por medio de una diplomacia explícitamente no-adversarial frente a Moscú. Se trató de una tarea en exceso compleja. Vivo estaba aún el recuerdo de la guerra entre Moscú y Helsinki en los años 30. Y la presión de las dos superpotencias por vigilar los estrechos espacios de maniobra, actuaba como poderoso inhibidor a cualquier iniciativa. La literatura especializada recoge aquella conducta como finlandización.
Este desarrollo equidistante y activo, asumido inmediatamente tras finalizada la Segunda Guerra Mundial, se implementó por medio de una diplomacia explícitamente no-adversarial frente a Moscú.
Pero más pudo la voluntad política del país. El clímax se vivió en 1976, cuando su capital Helsinki sirvió de sede a la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa, cuya Declaración de 10 Puntos (firmada por 35 países, mayoritariamente europeos) vino a cambiar el panorama internacional en muchas materias y, de paso, dio vida a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Finlandia no sólo sirvió de sede, sino su diplomacia jugó un papel clave. Mostró una nación madura y con una voluntad a toda prueba.
Tal convicción se reflejó en la etapa siguiente, de post Guerra Fría, cuando su clase política optó por tomar la vanguardia en grandes temas emergentes de carácter global.
Tal convicción se reflejó en la etapa siguiente, de post Guerra Fría, cuando su clase política optó por tomar la vanguardia en grandes temas emergentes de carácter global. La agenda se llenó de temas relacionados con la innovación tecnológica, la carbono-neutralidad, los cambios en las costumbres alimentarias de la población, la protección de la biodiversidad y, muy especialmente, el feminismo.
Se trató de un consenso muy amplio, que comprometió a todo el espectro político del país, desde la derecha a la izquierda, teniendo como pilar al viejo Partido Socialdemócrata. En ese marco, emergió la figura de Sanna Marin.
Se trató de un consenso muy amplio, que comprometió a todo el espectro político del país, desde la derecha a la izquierda, teniendo como pilar al viejo Partido Socialdemócrata. En ese marco, emergió la figura de Sanna Marin.
Dicho consenso permite sostener que, para la irrupción de una política de los rasgos representados por Marin, el escenario cultural finlandés había madurado a partir de piezas antiguas y otras más recientes. Por ejemplo, esta agenda post Guerra Fría fomentó poderosamente la tolerancia al interior de la sociedad. Pero también alentó una combinación (no necesariamente coetánea) entre estado de bienestar y crecientes criterios de inclusión de mujeres. Nada de aquello habría sido posible sin una apertura muy temprana, visible en los mismos inicios del siglo 20. Finlandia fue el primer país del mundo en otorgar el derecho a voto a las mujeres. Corría 1906.
Finlandia fue el primer país del mundo en otorgar el derecho a voto a las mujeres. Corría 1906.
Un año después, varias mujeres pertenecientes a diversos partidos fueron elegidas al parlamento, otro hecho inédito a nivel mundial. Casi un siglo más tarde, Finlandia repitió un golpe político de vanguardia en esta materia, cuando una mujer, Tarja Halonen alcanzó por primera vez la Presidencia de la República. Era el año 2000. En muchos análisis de la situación finlandesa se apunta hoy a su fuerte popularidad como factor esencial para que una buena cantidad de mujeres jóvenes, entre ellas Sanna Marin, se sintieran atraídas por la vida política.
Finlandia repitió un golpe político de vanguardia en esta materia, cuando una mujer, Tarja Halonen alcanzó por primera vez la Presidencia de la República.
Adicionalmente, puede añadirse un factor extra. Sólo tres años después de haber sido elegida Tarja Halonen, el legislativo finlandés (debido al sistema parlamentario) tuvo que elegir un nuevo premier y venció la abogada socialdemócrata, Anneli Jäätteenmäki. Se dio así, una coincidencia nuevamente única en el mundo. Los cargos de jefe de Estado y de Gobierno fueron ocupados por mujeres. Con aquel hecho, Finlandia pasó a ser considerado pionero absoluto en materias de políticas de inclusividad de género.
Sólo tres años después de haber sido elegida Tarja Halonen, el legislativo finlandés (debido al sistema parlamentario) tuvo que elegir un nuevo premier y venció la abogada socialdemócrata, Anneli Jäätteenmäki.
Desde aquel ya lejano 1906, Finlandia ha tenido tres primeras ministras, incluyendo a la actual, Sanna Marin, mientras que en la vida pública se observa también una elevada proporción de mujeres. Es un dato muy elocuente si se tiene presente la inexistencia de cuotas reservadas o discriminación positiva.
El hecho que la coalición de cinco partidos, liderada por Marin, esté dirigida por mujeres también es inédito. Y, a mayor abundamiento, casi todas treintañeras.
El hecho que la coalición de cinco partidos, liderada por Marin, esté dirigida por mujeres también es inédito. Y, a mayor abundamiento, casi todas treintañeras.
Katri Kulmuni, presidenta del Partido Centrista y ministra de Hacienda tiene 33 años, Li Andersson, presidenta del Partido Izquierda también tiene 33 años y es ministra de Educación, Maria Ohisalo, presidenta del Partido Verde tiene 34 años y está a cargo de Interior; sólo la presidente de un pequeño partido de la minoría sueca, llamado Partido Popular Sueco, Anna-Maja Henriksson, supera el rango etario de las anteriores y tiene 56 años; ocupa la cartera de Justicia.
La evolución finlandesa muestra, por lo tanto, en esta materia, logros medibles y muy visibles. Estos son compilados y comparados, año a año, con el resto del mundo por el Informe Gender Gap, del Foro de Davos. Allí, Finlandia figura siempre en los primeros lugares, con la compañía también permanente de sus vecinos nórdicos y de Nueva Zelandia. No es menor que todos ellos tienen como denominador común el estado del bienestar.
Luego no dejó de llamar la atención que, en las elecciones de fines de 2019, cuando Marin accedió al gobierno, los socialdemócratas se impusieron por muy estrecho margen. Por lo mismo, debieron coaligarse con partidos ubicados más a la izquierda. Fue una opción más bien de tipo defensivo. Una verdadera apuesta. Recurrieron a una persona joven, dotada de una biografía personal más bien dura, proveniente de un estrato socio- económico bajo. Es por ello que Sanna Marin suele adjudicar su surgimiento a un estado de bienestar de larga data.
Es por ello que Sanna Marin suele adjudicar su surgimiento a un estado de bienestar de larga data.
Más allá del impacto mediático de su ascenso, el 2020 le permitió a Marin mostrar dotes de gran gestora en la crisis del coronavirus. El elemento más positivo de su gestión parece ser la fluidez de las comunicaciones entre autoridades y población. Y se le reconoce directo a ella, pues impulsó personalmente el apoyo gubernativo en los llamados influencers de las redes sociales como canal privilegiado para llegar al máximo de habitantes.
Más allá del impacto mediático de su ascenso, el 2020 le permitió a Marin mostrar dotes de gran gestora en la crisis del coronavirus.
Finalmente, el factor estético no ha permanecido ajeno a la carrera política de Sanna Marin, especialmente durante este último año. Hace algunos meses posó para la revista de modas Trendi con un ajustado e insinuante escote, más un collar de alta gama, desatando un debate que permanece hasta el día de hoy. Con su aparición en la portada de aquella publicación, Sanna pasó a protagonizar una pregunta interesante también para muchas otras sociedades, ¿hasta dónde la política siendo seria tiene fronteras con el glamour?
Finalmente, el factor estético no ha permanecido ajeno a la carrera política de Sanna Marin, especialmente durante este último año.