El vínculo de la familia Piñera Morel con Enjoy y sus movidas financieras son de larga data. La última mano mora del Presidente para salvar pérdidas de la vapuleada compañía de juegos le parece un detalle menor mientras despliega presiones contra medios y periodistas incómodas – como Alejandra Matus – y mejora posiciones en el ranking de millonarios mundiales de Forbes…
En las últimas semanas cuando las encuestas lo maltratan crecen los arrepentidos por haberle dado el voto bajo la ingenua ilusión de que su condición de archimillonario garantizaría un gobierno que priorizaría el crecimiento y un buen “chorreo”. Ya antes de la pandemia el programa para la segunda administración de Piñera hacía agua y el resto de su debacle es ya cuento finalizado, transformando en tortura masiva el lento paso de su último año de gestión.
Parte de la pesadilla, atenuada por buena parte de medios de prensa algo más que sumisos, tiene que ver con el contraste entre el acierto en la compra de vacunas – con aporte científico de la Pontificia Universidad Católica y apoyos incondicionales de grandes empresarios como Juan Sutil – y el desastre de la gestión de su obediente ministro Paris situando a Chile en el top ten de contagios/por población, a nivel mundial.
Algo de la historia familiar con Enjoy
Cecilia Morel y sus hijos han sido peones obedientes y formados en los hábitos de negocios de Sebastián. Algunos recordarán la negativa del joven Piñera Morel a presentarse a declarar ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados en el caso Bancard, uno de los tantos entuertos emprendedores del hoy presidente.
Hace tres años ya sonaban las alertas por las movidas financieras de la familia Piñera Morel bajo control del viejo zorro Sebastián por la entonces atractiva Enjoy. El fondo BP Capital, fundado bajo la firma fundante de Sebastián Piñera Morel y José Miguel Bulnes, recibió de la cadena de casinos un bono de U$ 35 millones tras dos años de la operación de financiamiento con la cual se había quedado con el 35% de propiedad de su filial inmobiliaria. No dejó de llamar la atención que como suele ocurrir con las movidas del jefe de familia la tasa del bono emitido llegara al 10, 5%.
Aquel fecundo vínculo bajo firma del jovencito Piñera con Enjoy se prolongó durante dos años, permitiendo financiar la compra del hotel Conrad en Uruguay. Entonces de los US$ 300 millones emitidos por Enjoy en Estados Unidos, más de un 10% (US$35 millones)quedaron en el fondo privado cuya firma pertenecía a Sebastián Junior. El negocio continuó viento en popa cuando el primogénito firmante del fondo se atribuyó el 35% de Inversiones Inmobiliarias Enjoy Spa, filial de Enjoy. El juego fue simple: el fondo prestaba dinero a la sociedad con respaldo de las acciones de la misma.
El negocio florecía para las arcas familiares, en circunstancias que las pérdidas de la firma ya superaban los $40 mil millones. Así la deuda de Enjoy llegaba a casi el doble de su valor en bolsa.
¿El horno estaba para bollos?
Lo expuesto por la periodista Alejandra Matus en el programa “Mentiras Verdaderas” de la Red – hoy bajo acoso y presión contra avisadores comerciales donde ha dejado huellas marcadas la asesora presidencial Magdalena Díaz – hija del compadre de Sebastián Piñera, Pedro Pablo Díaz (coprotagonista del viejo entuerto que confrontó, en 1992, a Piñera con el entonces poderoso empresario Ricardo Claro, cuando éste hizo pública una secreta grabación que demostraba los intentos del joven “presidenciable” por desacreditar y denostar a su entonces competidora interna Evelyn Matthei) – ha desnudado nuevamente el abierto conflicto de interés de Piñera al intervenir imprudentemente, desde su cargo presidencial, para extender la licitación y permisos para obras de casinos licitados a Enjoy, cuyo plazo vencía en circunstancias de la inviable deuda pendiente que ponía en evidente riesgo el buen juego financiero que ha involucrado al mandatario y su familia con el conglomerado de casinos ahora en evidente bancarrota.
El Presidente con Magdalena Díaz
Por lo demás la cuestionada y polémica maniobra presidencial que involucra a la industria de casinos y complica el rol de la Superintendencia del rubro es indagada por una comisión investigadora de la Cámara de Diputados que comprueba la insolvencia del grupo Enjoy y refuerza lo impresentable de la intervención del mandatario en una jugada sólo destinada a eludir severas pérdidas financieras que lo afectarían personal y familiarmente.
La indagación documentada de Alejandra Matus, no cuestionada en lo esencial de su verosimilitud por ninguna fuente oficial ni de la familia presidencial( más allá de las vagas vocerías de La Moneda rasgando vestiduras), verifica que BTG Pactual y Moneda Asset, dos de las empresas con que Sebastián Piñera administra su fortuna récord, aparecen comprometidas – por boletas de garantía o aval en una millonaria deuda – y amenazadas con una virtual quiebra de Enjoy por sus magros resultados económicos desde 2017, muy previamente a las consecuencias financieras de la pandemia en curso desde hace un año.
La poco elegante intervención presidencial no tuvo otro objetivo que chutear la deuda, luego que a mediados de 2020 Enjoy consiguió un acuerdo de reorganización con sus acreedores para una parte de los 465 millones de dólares que suma lo pendiente, transformándola en bonos o en pagos con plazo definido.
La última toma de razón de la Contraloría General de la República acentúa que: “ la posibilidad de extensión de prórroga (…) es de carácter excepcional y solo tiene lugar por razones fundadas en las extraordinarias circunstancias sanitarias en las que se encuentra el país como consecuencia del brote del Covid-19, las que han configurado una situación de caso fortuito«.
Sin embargo, lo innegable tiene que ver con los intereses involucrados en la firma del conocido Decreto 77, el pasado 29 de enero – a un día de cumplirse el plazo otorgado en las licitaciones de 2018 – que posterga aquella fecha límite que la Superintendencia de Casinos le había otorgado a los concesionarios para cumplir con sus compromisos contraídos en boletas de garantía por más de 100 millones de dólares.
Así la apresurada intervención presidencial llegó como tabla de salvación para postergar una eventual quiebra y posibilitar nuevas negociaciones entre los principales agentes del vapuleado sector de los principales casinos en el país.
Un antecedente adicional de la ausencia de pulcritud en la intervención del mandatario es que uno de los siete directores de Enjoy se llama Guillermo Ignacio Guerrero Gutiérrez, quién operó como uno de los siete principales financistas de la última campaña electoral de Sebastián Piñera, como ha precisado Alejandra Matus.
En medio de este juego de números valga recordar que la fortuna del todavía mandatario chileno fue una de las que se acrecentó durante el año 2020, reforzando su posición de privilegio entre los más acaudalados del planeta (no son pocos – incluido su ex colega estadounidense Donad Trump, con quien hizo el desafortunado juego de la banderita y las estrellas – los mandatarios que han aceptado sus jugarretas ante la pantalla asumiendo que se encuentran con uno de los hombres de negocios más ricos del universo) subiendo la fortuna reconocida de la familia Piñera- Morel de US$ 2.600 millones a US$ 2.900 millones.
Cuando en estos días la reacción oficial ante el evidente desaguisado presidencial parece concentrarse en garantizar el silencio de los principales medios de comunicación y amenazar por los efectos públicos de la revelación periodística de Alejandra Matus la interrogante abierta es si una vez más Sebastián Piñera librará del rigor judicial. Antes y jovencito lo hizo con complicidad oficial y más de una vista gorda.
Hasta la fecha el silencio parece el mejor cómplice para eludir hechos indesmentibles que limitan con lo fraudulento, favoreciendo intereses económicos personales y familiares del millonario que, desde La Moneda, no deja de ocuparse de aquella fortuna que garantiza riqueza heredada para varias generaciones.
Con su cotidiana incontinencia para cadenas nacionales ante la menor provocación, surge casi obsceno el silencio en torno a sus juegos de interés personal. Tan grosero como el de los principales medios de comunicación, obsecuentes con los grandes intereses económicos que dominan y controlan los espacios informativos.
Todo ocurre en período de emergencias extremas por una pandemia que continúa golpeando implacablemente a la población sometida a medidas que limitan con el abuso y arbitrio oficial. También en la previa de definiciones constitucionales, donde el derecho a la información y el pluralismo que exige una renovación democrática del país son palabras que se puede llevar el viento.
El personaje en cuestión no deja de ser un emblema y referente para episodios comunicacionales que están muy lejos de enaltecer el rol de los grandes medios y sus protagonistas favoritos…
Con cierta razón se vuelve a recordar aquel inicial debate televisivo en la pasada contienda presidencial y la frase del deslenguado senador Manuel José Ossandón: “no te declararon reo por lindo…”,reinstalando el oscuro episodio del Banco de Talca, de hace 39 años, en sus inicios de audaz emprendedor, que vuelve a la memoria atendiendo las nuevas andanzas de “negocios límites” de Sebastián Piñera.