“Soul” y “Chino”: cuando el jazz inunda el alma. Por Tomás Vio

por La Nueva Mirada

A fines del año pasado se estrenó “Soul”, la última película de Pixar que no alcanzó a llegar a los cines y que aterrizó directamente vía televisión pagada y streaming para el público. Una lástima que no haya debutado en la pantalla grande si se piensa en el titánico esfuerzo de producción y tecnología que requieren estos largometrajes animados. Nada que hacer, a pesar de que su lanzamiento en cines se postergó varias veces el año pasado, el impacto mundial de la pandemia hizo que la quimera de llegar con el filme a las salas pasara al olvido.

La película narra la historia de Joe Gardner un profesor de música afroamericano que vive en Nueva York y no se siente feliz con su trabajo, sueña con lograr una carrera en el jazz y gracias a un exalumno se presenta a una audición con Dorothea Williams, una leyenda de la música, quien queda impresionada con su interpretación en el piano y lo contrata inmediatamente. La suerte de Gardner cambia cuando cae por una alcantarilla destapada y llega en forma de ánima al camino del “Gran Más Allá”. Desesperado porque no quiere morir sin antes aprovechar su oportunidad de hacer música, se escapa y cae accidentalmente en el “Gran Antes”, donde es confundido como instructor y debe preparar a la díscola alma 22 para que viaje a la Tierra.  Esa es, a grandes rasgos, la trama de “Soul”, una película animada simple y entrañable, enfocada más hacia un público adulto que infantil, que cuenta con gran humanidad lo que le pasa a un individuo común y corriente al que le llega su hora, pero que se niega a aceptar el nuevo desafío que le presenta “El Gran Más Allá” porque sabe que le quedan asuntos pendientes en la Tierra. Es entonces cuando se genera el conflicto y el personaje principal comienza a tener una transformación externa e interna, motivado por el amor al jazz y a sus propias necesidades, apoyado por la terquedad de 22, quien ha pasado por demasiados tutores y se niega a madurar para llegar al lugar que realmente le corresponde.

La película narra la historia de Joe Gardner un profesor de música afroamericano que vive en Nueva York y no se siente feliz con su trabajo

Es entonces cuando se genera el conflicto y el personaje principal comienza a tener una transformación externa e interna, motivado por el amor al jazz.

Dirigida por Pete Docter (realizador de las ganadoras del Oscar “Up” e “Intensa-mente”) y por Kemp Powers, “Soul” es un homenaje a todas esas almas difíciles y perdidas, a la incomprensión y a las segundas oportunidades. Las casualidades no se dan dos veces en la vida. Inicialmente en el guión de la película Gardner iba a ser un científico, pero el jazz es tan potente como arte y se realiza siempre con tanta devoción por sus intérpretes que los creadores del filme decidieron optar por este segundo camino logrando que, a su vez, el protagonista fuera un profesor de música afroamericano, en homenaje a los grandes exponentes de esa música.

En la novela “Chino” (Ediciones de la Lumbre, 2020), del escritor Antonio Ostornol –columnista de La Mirada Semanal- pasa lo mismo que con “Soul”. El jazz, la pasión musical pura y la improvisación son los factores comunes que dominan, los que mandan en la historia de un joven que también tiene una segunda oportunidad cuando, en castigo por un comportamiento errado, es echado de su casa y enviado desde La Serena a Talagante por su familia, donde debe arreglárselas solo y estudiar en un colegio de origen inglés. El Chino, como apodan al protagonista, es un animal herido por la vida y las circunstancias, fiel devoto del jazz que, dentro de todas sus desventuras, amoríos y aprendizajes, lleva inserto en sus venas.

El jazz, la pasión musical pura y la improvisación son los factores comunes que dominan, los que mandan en la historia de un joven que también tiene una segunda oportunidad

A pesar de las diferencias entre el Chino y Gardner, existe una esencia fundamental entre ellos marcada por el compás de los acordes que se sienten, se repiten en el ritmo del alma. La búsqueda de la felicidad se entiende para ellos como algo indispensable a lo que deben acceder de manera obligatoria. Ambos aprenden a porrazos lo que deben hacer para completar una existencia que les ha sido bastante irregular y esquiva. El desgarrador sonido de un saxo o la armonía de un piano, respectivamente, marcan sus rumbos y los hacen, ante el lector y el espectador, seres de carne y hueso más reales y auténticos de lo que incluso podrían llegar a suponer sus propios creadores.

A pesar de las diferencias entre el Chino y Gardner, existe una esencia fundamental entre ellos marcada por el compás de los acordes que se sienten, se repiten en el ritmo del alma.

“Soul” y “Chino” son producciones mágicas que muestran el signo de los tiempos y dan a conocer en esta pandemia el desarrollo de dos obras robustas que, a través del cine y la literatura, acercan el arte a las personas de una manera limpia, profunda, sin mascarillas, escudos faciales, overoles y guantes. Ambas superan la distancia social, las cuarentenas, los prejuicios y demuestran que a través de personajes bien delineados se pueden crear historias particulares y escenas diversas. “No somos nada”, dicen por ahí los iluminados de siempre cuando quieren hablar de la vida y en especial de la muerte. Al contrario, somos demasiado, mucho más de lo que creemos. El problema es que la mayor parte del tiempo nos minimizamos y no sabemos aprovechar a fondo las oportunidades que nos entrega el mundo que nos rodea.

“No somos nada”, dicen por ahí los iluminados de siempre cuando quieren hablar de la vida y en especial de la muerte.

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