Tacet y la exequia para un hombre sordo. Por Luis Marcó

por La Nueva Mirada

Locura, extravío, una ignota estrategia política o la mayor torpeza conocida en décadas, lo cierto es que hay situaciones de las que no se puede salir bien parado. Es el caso de lo que muchos califican como la peor crisis de un gobierno desde el retorno de la democracia, asestada por una oposición excepcionalmente unida y trece votos de diputados oficialistas que avanzan en un proyecto de retiro del 10% de los fondos de pensiones. A la sazón, y para mayor calvario del Ejecutivo, el proyecto tiene muchos visos de inconstitucionalidad. La situación tiene ribetes tan particulares que, a estas alturas, habría que estar en el gobierno para ser oposición…paradojas de la política, al menos de esta política.

Locura, extravío, una ignota estrategia política o la mayor torpeza conocida en décadas, lo cierto es que hay situaciones de las que no se puede salir bien parado.

El músico estadounidense John Cage en un acto de audacia estrenó una obra en 1952 que en cuatro minutos y treinta y tres segundos cronometrados no emitía ningún sonido. Las instrucciones de Cage eran que la pieza podía ser “ejecutada” por cualquier instrumento o grupo de ellos, lo importante era el silencio o tacet, en latín, como plasmó en su partitura vacía de notas. El controversial estreno de la obra dejó en claro que no se trataba de una broma, sino de una invitación a prestar atención a los sonidos del ambiente, a sentir el entorno durante un tiempo determinado, en definitiva saber escuchar.[1] Por si esta analogía con la actual situación política no fuese suficiente habría que decir que Cage tuvo predecesores, entre ellos el francés Alphonse Allais, que en 1897 presentó una Marcha Fúnebre, también silenciosa, para las exequias de un hombre sordo, esperemos que este no sea figurativamente el caso.

4’33’’. Partitura John Cage. 1952

Un gobierno que no escucha, es lo que reclaman tanto opositores como partidarios y ahora ex partidarios. Los que apoyan el proyecto de abrir la caja de los fondos de pensiones celebran desde distintas veredas. Aquellos que ven el inicio del fin de las AFPs lo hacen en clave Allegro con Brio; los que encontraron el espacio para apretar al gobierno por mejores propuestas económicas están en un Allegro Vivace; mientras los pocos acólitos oficialistas se dividen en la depresión del Adagio Assai y unos pocos que vociferan desde la furia forte contra la disidencia, la oposición y el curso de los acontecimientos. Es decir, en esta obra confluye de todo.

La anomia instalada en La Moneda ha terminado en un debate kafkiano: si son mejores los créditos blandos o el retiro de parte de los fondos de pensiones. El título de la canción es más o menos el mismo, se traduce en un rásquese con sus propias uñas; pero dentro de todo disponer de un ahorro resultaría menos doloroso que la deuda. Los senadores Coloma y Allamand, así como Felipe Kast, han salido a cuestionar la decisión de la Cámara de Diputados sobre el retiro parcial de los fondos de pensiones. Para Coloma se trataría de una defensa de “principios”. Es difícil sostener algo así cuando en 1985 el Ministro de Hacienda Hernán Büchi, a posteriori primer candidato presidencial de la UDI en democracia no tuvo reparos en deducir 10,6% de reajuste del sistema de pensiones para cubrir daños del terremoto de ese año. Eso no incomodó ni al actual senador ni a los viejos tercios de la derecha que, obviamente, consideraban intocables los fondos de la ley del cobre destinados a las Fuerzas Armadas y que entonces podrían haber aportado una mejor solución.

El destino del proyecto sobre retiro de un porcentaje de las pensiones no es lo esencial, en el sentido que es inevitable una reforma integral del sistema previsional. El propio diputado Jaime Mulet (Regionalista Verde), que gestó la iniciativa legislativa, reconoce que se trataba de una forma de presión para que el gobierno sea más proactivo en el apoyo a los hogares. La demanda de la oposición, ampliada a sectores del oficialismo, está dirigida a una solución clara y directa que cada vez se ve más lejos de la voluntad presidencial. La letra chica, que es la línea persistente del gobierno, no está a la altura del descalabro económico. En los últimos anuncios del mandatario las transferencias directas son muy limitadas; el paquete de medidas parece una oferta de crédito pre aprobado y no un diseño de política. El peso de los anuncios sigue estando en préstamos blandos, recalcando que el compromiso es con el Estado y no con los bancos, un reflejo de la escasa estima que gozan las empresas hoy en día.

está dirigida a una solución clara y directa que cada vez se ve más lejos de la voluntad presidencial.

el paquete de medidas parece una oferta de crédito pre aprobado y no un diseño de política.

El Presidente ha puesto en la mesa “ayudas” más bien destinadas a ordenar su votación parlamentaria, con pronóstico incierto, y defender la integridad de los fondos de pensiones. Al tiempo ha sancionado que esto va para largo y sin vacuna no hay salida a  la crisis, sin aclarar si está en una postura conservadora por la pandemia, por sus propias convicciones o ambas. Mientras, el Congreso sigue en lo suyo y si fracasa el proyecto en diputados ya existe una iniciativa análoga de retiro de fondos de pensiones que sería puesto por la Senadora Rincón en el Senado.

El gobierno evita hacer un giro profundo, sin tomar en cuenta que el timing político le resulta cada vez más desfavorable. Se viene la discusión del presupuesto, esta vez en “base cero” que proyecta un nuevo foco de tensión incluso intra – oficialismo. La apertura para tratar las asignaciones del gasto público buscará por parte de Hacienda recortar programas y gastos “ineficientes”, con la predecible resistencia de la ANEF. La oposición, en tanto, seguramente pedirá cuentas por varias irregularidades que se han ido conociendo con la pandemia y la mezquindad en el apoyo a las familias. De esta manera, el gobierno ha entrado en aquello que decía el Quijote: “Advertid hermano Sancho, que esta aventura y las a ésta semejantes no son aventuras de ínsulas, sino de encrucijadas; en las cuales no se gana otra cosa que sacar rota la cabeza, o una oreja menos”.

El gobierno evita hacer un giro profundo, sin tomar en cuenta que el timing político le resulta cada vez más desfavorable.

Silencio, mejor escuchar el silencio, la cuestión es que para el oficialismo la cadencia va por un réquiem y no una sinfonía, para lo último se requeriría sumar demasiadas voluntades y algo de capacidad política.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=JTEFKFiXSx4&t=309s

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