Tensiones en la Oposición. Algo más que un acuerdo administrativo

por La Nueva Mirada

Por Marcelo Contreras N.

Algo  de razón tienen  los dirigentes del Frente Amplio para condicionar el respeto al acuerdo administrativo suscrito por el conjunto de la oposición al inicio del actual gobierno para elegir las mesas de la Cámara de Diputados y el Senado y distribuirse la presidencia de sus comisiones. La idea era elegir a representantes de la oposición, sumando una mayoría diversa y heterogénea, con evidentes diferencias en su interior.

Dicho pacto carecería de todo sentido si alguno de ellos apoyara al gobierno de manera sistemática y continua, sin previa consulta o deliberación con los demás integrantes de la oposición.

Ese no pareciera ser el caso actual. Por más que la Democracia Cristiana, acompañada por el Partido Radical, hayan optado por una política de mayor apertura el diálogo y búsqueda de acuerdos con el gobierno en materias especialmente sensibles para la oposición. Como el tema de la inmigración y otros.

Sus esfuerzos por perfilarse y recuperar identidad, en contraste con sus antiguos aliados y los nuevos referentes de izquierda, la aproximan a la condición de partido bisagra, con la capacidad de determinar mayorías parlamentarias coyunturales, que el gobierno de Sebastián Piñera ha reconocido y agradecido en más de una ocasión.

La Democracia Cristiana ha reafirmado su condición de partido de oposición al actual gobierno, más allá de los matices y diferencias internas que cruzan a la falange, proyectándose en sus bancadas parlamentarias.

Sus esfuerzos por perfilarse y recuperar identidad, en contraste con sus antiguos aliados y los nuevos referentes de izquierda, la aproximan a la condición de partido bisagra, con la capacidad de determinar mayorías parlamentarias coyunturales, que el gobierno de Sebastián Piñera ha reconocido y agradecido en más de una ocasión.

Varios de sus personeros y parlamentarios (entre ellos el ex Presidente Frei) se han esforzado por proyectar una imagen de colaboración y apertura con el gobierno, que no tan sólo inquieta a los dirigentes del Frente Amplio sino al resto de la oposición.

Pero fue el propio Frente Amplio, en conjunto con la Democracia Cristiana, los que insistieron en el carácter administrativo del acuerdo para elegir las mesas de la Cámara de Diputados y el Senado, además de la presidencia de las comisiones, sin condicionarla a acuerdos políticos mínimos que le dieran sustentabilidad.

Pero fue el propio Frente Amplio, en conjunto con la Democracia Cristiana, quienes insistieron en el carácter administrativo del acuerdo para elegir las mesas de la Cámara de Diputados y el Senado, además de la presidencia de las comisiones, sin condicionarla a acuerdos políticos mínimos que le dieran sustentabilidad.

La idea de condicionar el respeto a dicho acuerdo de carácter administrativo a consensos políticos esenciales no aparece como una buena fórmula, por más que en materias como el proyecto de “modernización” tributaria, presentado por el gobierno, la reforma del sistema previsional o la anunciada contra reforma laboral, existan amplias consensos al interior del conjunto de la oposición.

Tratar de imponer condiciones previas, como la de suscribir consensos mínimos para respetar el acuerdo, o lo contrario, respetar el acuerdo antes de suscribir esos consensos, es la vía más directa para el desastre. Como aquella película antigua en donde dos conductores avanzaban a toda velocidad de frente y perdía el que se desviaba primero. O se estrellaban.

Efectivamente tenemos una oposición amplia y diversa. El pluripartidismo ha reemplazado al viejo sistema binominal. Con toda legitimidad el centro busca identidad y perfilamiento. Así como el Frente Amplio pretende constituirse en una alternativa a los bloques tradicionales.

El país se confundiría,  aún más de lo actual, si se le entregara la presidencia de la cámara a la derecha. O que finalmente el candidato DC resultara electo con los votos del oficialismo, marcando un quiebre definitivo en la oposición.

Efectivamente tenemos una oposición amplia y diversa. El pluripartidismo ha reemplazado al viejo sistema binominal. Con toda legitimidad el centro busca identidad y perfilamiento. Así como el Frente Amplio pretende constituirse en una alternativa a los bloques tradicionales.

Pero todo aquello no puede hacerse al precio de quebrar definitivamente  la oposición y fortalecer a la derecha. Así no se construyen mayorías sociales y políticas.

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