Teresa Wilms Montt. La realidad como ilusión en el Espiritualismo de Vanguardia. Por Karen Punaro Majluf

por La Nueva Mirada

El Convento de la Preciosa Sangre, hoy considerado Inmueble de Conservación en el Plano Regulador de la Comuna de Santiago, no hizo noticia en los inicios del siglo xx por su categoría arquitectónica ni la pasión de sus religiosas, sino porque fue albergue de un escándalo amoroso de la alta sociedad que involucró a las familias más pudientes de Chile; los Balmaceda, Wilms Montt y los García Huidobro.

En tiempos en donde las mujeres se encontraban carentes de derechos y cargadas de obligaciones como ser buena madre, esposa y excelente dueña de casa, una joven viñamarina se reveló a su destino y jugó con las normas establecidas en búsqueda del amor y el desarrollo profesional, hablamos de Teresa Wilms Montt, quien se definió como “no apta para señoritas”.

Teresa creció rodeada de lujos, institutrices, estudios musicales y de idiomas, codeándose con la alta sociedad y regida por normas y obligaciones. Rebelde desde niña, relata en su diario de vida que lo único que ella necesitaba era el amor de su madre, Luz Victoria Montt, a quien veía como una estatua ajena y fría. Si bien su padre, Federico Wilms y Brieba, fue cariñoso con Teresa los primeros años, jamás le perdonó haber huido de casa para casarse a escondidas.

El comienzo de la creación literaria

La obra poética y narrativa de Teresa Wilms Montt va de la mano con su vida personal. Con solo 19 años huyó junto a Gustavo Balmaceda, un joven aristócrata venido a menos que trabajaba en el servicio público. Se casaron aún cuando los padres de la escritora se oponían y durante los años 1912 y 1915 vivieron en Iquique, en tiempos de las salitreras, pulperías, contraste social entre los dueños de las minas y los trabajadores.

Consciente por primera vez de estas desigualdades, Teresa se involucra en la actividad intelectual de la zona, en donde conoce a Luis Emilio Recabarren y se adhiere a la masonería. Además, se convierte en mamá, nacen Elisa y Sylvia; y publica por primera vez en la prensa, bajo el pseudónimo de Tebac.

Si bien se puede afirmar que la vida le sonreía a Teresa, en la intimidad las cosas eran todo lo contrario. Su marido, celoso de lo que antes le cautivó en ella, graciosa en público, llamativa, dueña de una belleza envidiable y artista; son las características que ahora la hacen despreciarla y envidiarla.

Fue inmersa en la soledad del norte chileno y la carencia de amor –primero la madre y ahora el esposo- lo que la llevó a tener un amante y entregarse por completo a él; se trataba del primo de Gustavo, Vicente Balmaceda, a quien Teresa llamaba Vicho y en quien confiaba plenamente.

Como la escritora se desahogaba en su diario de vida, a Gustavo Balmaceda poco le costó enterarse que era un hombre engañado. Así, se reunió con los Wilms Montt y juntos decidieron que la anulación del matrimonio no era opción viable, sino que a Teresa había que recluirla de por vida en un convento, alejarla de sus hijas y fingir que había muerto. La ingresaron, sin pedirle opinión y menos permiso, en La Preciosa Sangre, ubicada en calle Compañía, para que el resto de sus días los dedicara a la vida monacal. Vicente Balmaceda nunca llegó a buscarla.

La vida es una novela

El escándalo social rápidamente hizo eco en las páginas de los diarios y el joven poeta Vicente Huidobro no quedó ajeno a lo que consideró una historia novelesca. Si bien el escritor ya se encontraba casado con Manuela Portales y era padre de dos hijos, decidió embarcarse en la mayor aventura de su vida y haciéndose pasar por sacerdote se introdujo en el Convento y huyó junto a Teresa a Buenos Aires. Él abandonó a su familia, ella dejaba atrás su primer intento de suicidio tras las paredes sacras.

Para quienes se lo pregunten, en la capital de Argentina no nació el amor entre ambos escritores. Por un lado, Teresa se involucró rápidamente en el mundo cultural bonaerense asistiendo a las eternas tertulias en el café Tortoni y Huidobro al tiempo regresó a Chile y recuperó a su familia.

Es en Buenos Aires donde Wilms Montt publica por primera vez: Inquietudes sentimentales (1917) y Los tres cantos (1917). La tragedia vuelve a azotarla cuando su joven amante, Horacio Ramos Mejía –a quien llamaba cariñosamente Anuaríse suicidó frente a ella tras recibir una negativa a formalizar el romance.

Movimiento literario chileno

La obra de Wilms Montt se enmarca en el Espiritualismo de Vanguardia. Movimiento chileno caracterizado por el dominio de la subjetividad como parte medular de los preceptos literarios que la distinguieron. En su mayoría estuvo integrado por mujeres: Inés Echeverría de Larraín, Mariana Cox Stuven y Hernán Díaz Arrieta (1891-1984).

Sobre esta corriente, Bernardo Subercaseaux en Historia de las ideas y la cultura en Chile expone que “la espiritualidad y la vida del alma, más que por el camino de la razón o de lo meramente descriptivo, transitan por la vía de los presentimientos, las revelaciones fugitivas e inexplicables, las evocaciones misteriosas, las sugestiones, las divagaciones, las intuiciones súbitas”, siendo la biografía interior el tema imperante.

Si bien la obra de Teresa Wilms ha sido definida como “inacabada”, es posible inferir la intimidad y sentimientos que solo la autora conoce. Patrizia Violi, en su texto Sujeto lingüístico y sujeto femenino, destaca la necesidad de aproximar el pensamiento y la experiencia y así incorporar lo sensible. ¿A qué lleva esto? A que la subjetividad femenina es elaborada en función del género y del rol que ocupa en la sociedad.

Peregrinar antes del fin

Tras la muerte de Ramos Mejías, comienza su peregrinar por Europa, no sin antes haber intentado formar parte de la Cruz Roja en pleno desarrollo de la I Guerra Mundial. Publica En la quietud del mármol (1918), Anuarí (1919) y Cuentos para hombres que son todavía niños (1919).  Todo en conjunto de su compulsión por llenar hojas y hojas de su diario de vida que, posteriormente, fueron tratados como obra literaria escrita desde la narrativa del yo.

Fueron cinco años los que estuvo alejada de sus niñas. Cinco años en donde encontró consuelo en las letras, en el alcohol y los opiáceos. Tras un breve reencuentro en París, a espaldas de Gustavo Balmaceda, él no permitió que las niñas tomaran contacto con Teresa, por lo que la escritora sin más razones para vivir se suicidó con una sobredosis de Veronal el 24 de diciembre de 1921.

Sobre su partida, Vicente Huidobro nuevamente no quedó ajeno y escribió a modo de homenaje póstumo:

“Entre las páginas del diario de Julián Dox había este retrato de Teresa Wilms. Me parece muy exacto y por eso lo he entresacado cuidadosamente, como una flor de emoción: Teresa Wilms es la mujer más grande que ha producido la América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de educación, perfecta de inteligencia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia.

A veces cree uno encontrar otra mujer casi tan hermosa como ella, pero resulta que le falta el alma, el temple de alma de Teresa, que sólo aquellos que la vieron sufrir pueden comprender.

Otras pueden tener el alma magnífica de Teresa, pero les falta su inteligencia, su inteligencia rica y variada. La fantasía creadora de Teresa era algo fantástico. Fue grande en el amor como en el dolor. Ella no pertenecía a esa casta de mujeres frívolas y de alma baja que reniegan e insultan el nombre de un sueño vivido por miedos o pequeñas debilidades.

Se fue… Ahora, ¿veis que hacía falta? En la noche de Pascua de Jesús del año 1921, cuando el Pére Noel traía a la tierra los más hermosos juguetes del cielo, se llevó al cielo el más hermoso juguete de la tierra”.

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