Siglo XX, cambalache. Siglo XXI, trastrueque.
Trastocan las incontables minorías, los infaltables emprendedores, las tecnologías digitales, las nacionalidades embrionarias, las migraciones, los irónicos y cínicos, las nuevas artistas, poetas, guionistas de series de video y creadoras de animé.
Son trastocados los poderes mayoritarios, los estados, las fronteras, los capitales invertidos, la corrección y el puritanismo morales, las categorías, especies y géneros donde sea que ordenen, el ser humano, con la inteligencia, razón y autonomía que se supone lo hacen humano, con éste los derechos humanos, la intimidad de las emociones, el mundo natural y social devenido una gran computadora.
Se trastoca el orden. Todos los órdenes. Se puede ser conservador del orden pasado, y conservador del orden en general. Defender la constitución de hoy o la que habrá. El Siglo XXI devela las revoluciones del Siglo XX como eventos conservativos. No conservar vendría siendo trastrocar trastrocándose.
¿Quién puede saber si es posible vivir así? Quizá sea necesario imponer orden. Poner minorías en su lugar, reprimir la multiplicación de nacionalidades, parar las migraciones, detener la corrosión de las categorías orientadoras, administrar la innovación, la inversión y la tecnología, prohibir la ironía, gestionar la proliferación de nuevas prácticas y costumbres. Estabilizar el yo, quiénes somos.
¿Y quién sería el nosotros encargado de hacer todo esto?