521
En el Tíbet les cuento que nací en una noche
de luna llena y que aprendí a meditar a los tres años.
En China los jóvenes me preguntan sobre lo divino
y les digo que creo existe un pequeño dios
en cada uno de nuestros corazones.
En las dos Corea mis discursos a los generales
se centran en la urgente reunificación del país.
En Camboya sufría cuando me contaban
sobre aquellas fosas comunes.
En la India comento sobre la importancia de Gandhi
en las revoluciones pacifistas de América.
En Vietnam solo me dedico a honrar
a sus héroes y a sus mártires.
Y en el Japón del Sol Naciente les confieso
que siento una real pasión por las misteriosas geishas.