Esa
verdad que duele en la médula/Que no cesa de doler/Has escuchado que uno se
acostumbra/Que se hace natural/Que es parte de la vida/Es verdad/Pero no deja
de dolerte/Ni por un segundo.
La prosa poética de Cristina Larraín Heiremans en su reciente libro “Bitácora del desamparo” (Editorial Cuarto Propio) captura desde el Yo de las vivencias de una madre ineludiblemente condicionada, durante intensas décadas, por las oscilaciones mentales de su hijo Jose.
La transparencia del relato autobiográfico, con su contradicciones más íntimas al desnudo, se potencia en un talento narrativo que desafía la ansiedad del lector acompañando aquel tránsito solitario y demoledor junto a las impredecibles vicisitudes psiquiátricas del nacido de sus entrañas.
Jose desafía también desde una diferencia que nuestro contexto social y cultural acentúa y extrema, como castigo adicional.
Un relato con personajes y personajillos, que evita la autocompasión pese a los obstáculos impredecibles de un trayecto implacable.
A veces recuerdas/El nombre de la calle/Donde el Jose vivía/Estrella Solitaria/Una metáfora perfecta/De lo que tu hijo era.