A poco más de cuatro meses desde que Donald Trump salió de la Casa Blanca, el esperado “retorno a la normalidad” no ocurre. El trumpismo consolida su copamiento del Partido Republicano apoyado por la fábula de un fraude electoral, y estimulado por el cóctel de QAnon y visiones apocalípticas, literalmente.
Deus vault!
En septiembre, cuando se cumplan veinte años de los ataques terroristas que dejaron más de 3.000 muertos y heridos en Estados Unidos, saldrá a la venta un volumen único que contiene el Juramento de Fidelidad a la Bandera, la Constitución de Estados Unidos, la Carta de Derechos civiles, la Declaración de Independencia y la versión de la Biblia del Rey Jacobo (King James) que es, en su inglés del siglo XVII, la que toma como definitiva y auténtica la mayoría de los cristianos protestantes en este país.
Déjese a un lado que el Juramento de Fidelidad a la Bandera va a contrapelo de los primeros mandamientos de Dios en la tal versión bíblica y tómese en cuenta que el libro contiene, además y en letra manuscrita, el estribillo de la canción “Glod Bless the USA”, que el cantante country Lee Greenwood estrenó a pocas semanas de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
El entusiasmo patriótico y religioso funciona y ya cientos de compradores han pagado los 49,99 dólares para asegurarse la entrega del volumen.
Una encuesta del Instituto Empresarial Estadounidense encontró que el 37 % de los protestantes evangélicos blancos y el 15 % de los protestantes en las denominaciones mayores creen en la teoría de QAnon según la cual el expresidente Donald Trump combate, en secreto, un grupo de traficantes de niños explotados sexualmente, conducido por demócratas y artistas de Hollywood.
Otra encuesta, ésta del Instituto de Investigación Pública de Religión (PRRI) encontró que el 15 % de los estadounidenses cree que las estructuras de poder mundiales las controlan pederastas satánicos; el 20 % cree que es inminente una “tormenta” que expulsará a esos confabulados, y el 15 % está de acuerdo en que pueda ser necesaria la violencia para “salvar” al país.
El 25 % de los blancos evangélicos, el 26 % de los protestantes hispanos, y el 18 por ciento de los mormones creen que “el gobierno, los medios y las finanzas están bajo el control de los (ubicuos) satánicos pederastas que trafican con niños en el comercio sexual”.
El 16 % de los católicos hispanos, el 15 % de los protestantes negros y el 11 % de los católicos blancos creen en el control pederasta y satánico del poder mundial. El 27 % de los católicos hispanos, el 25 % de los protestantes negros y el 19 % de los católicos blancos acepta la noción de la “tormenta” lávalo todo inminente.
QAnon se enlaza con el Nacionalismo Cristiano, una corriente que promueve la noción de que Estados Unidos es una nación cristiana, y ambos coquetean con las “profecías” del libro de Apocalipsis en las que ven la promesa de que Trump retornará al poder y establecerá el Reino de Dios.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) ha advertido que los creyentes en esta mezcolanza de política, religión y esoterismo representan una amenaza de terrorismo doméstico y que “las teorías de conspiración marginales probablemente motivarán a algunos extremistas e la comisión de actividades criminales y a veces violentas”.
Democracia en la mira
El último lunes de mayo los estadounidenses honran a los 1,36 millones de soldados muertos en todas sus guerras desde la de la independencia, y es una ocasión en la cual el presidente de turno –en una sucesión ordenada y pacífica durante 224 años- pronuncia un discurso patriótico. La defensa de la “libertad”, la “democracia” y las “elecciones libres” es ingrediente habitual de esas alocuciones que siempre presentan a Estados Unidos como modelo de las tres para el mundo entero.
Este 30 de mayo el discurso de Memorial Day del presidente Joe Biden tuvo un matiz peculiar: la necesidad de defender la democracia, la Constitución, las elecciones y las libertades en Estados Unidos mismos.
La misión de proteger la democracia “nos corresponde a cada uno de nosotros, cada día, todos los días”, dijo Biden en un anfiteatro del Museo Nacional de Arlington. “La democracia misma está en peligro, aquí, en nuestro país y en el mundo. Lo que hagamos ahora, cómo honramos la memoria de los caídos, determinará si la democracia perdurará”.
La voz de alerta coincide con una campaña concertada del Partido Republicano por la cual al menos 14 estados ya han aprobado leyes que restringen el voto, otros tienen en consideración casi 400 iniciativas en tal sentido.
El ímpetu republicano proviene de la creencia, fomentada por Trump y los medios que le favorecen, según la cual hubo fraude electoral generalizado en los comicios de noviembre de 2020, y como consecuencia de ello Biden no es el presidente legítimo y Trump no ha dejado de serlo.
De la misma forma en que las afiliaciones religiosas moldean la aceptación de QAnon y sus adláteres, la inclinación política de los estadounidenses muestra por qué y cómo el panorama político de Estados Unidos marcha hacia la polarización al ritmo de discursos cada vez más intransigentes.
La encuesta de PRRI ya citada encontró que mientras sólo el 14 % de los votantes independientes y el 8 % de los demócratas, toman en serio la noción del control pederasta satánico del mundo, el 25 % de los republicanos cree en tal confabulación.
En cuanto a la “tormenta inminente” que disolverá a los satánicos, el 18 % de los independientes y el 14 % de los demócratas creen en tal acontecimiento comparado con el 28 %5 de los republicanos.
Y las diferencias se agrandan en cuando a que “los patriotas quizá deban usar la violencia para salvar al país”: noción que sólo aceptan el 13 % de los independientes, el 7 % de los demócratas en contraste con el 28 % de los republicanos.
En la elección de noviembre pasado, Trump recibió 74,22 millones de votos, el 47 % de los emitidos. En números redondos, más de 20 millones de estadounidenses adultos creen en los postulados de QAnon y esperan la “restauración” de Trump, quizá por medios que requieran la violencia.
Es este carozo de convicciones que elude la razón y se nutre de fábulas el que da a Trump el control sobre el Partido Republicano y hace previsible más encono y menos democracia en Estados Unidos.