Al ingresar al invierno las cifras nos noquearon. En un par de días despertamos del idealismo estadístico construido por las autoridades y los medios. El cambio de ministro fue recibido con paciencia.
Los matinales condenaron a los irresponsables y no a los responsables. En Santiago, en Lima, en Rio, a modo de ejemplo, son cientos de miles las personas viviendo de actividades realizadas en las calles. En otras ciudades del país son miles. Los fiesteros y delincuentes no son tantos. Mientras los responsables de haber jugado con la información sanitaria mantienen su gran frecuencia mediática. El país necesita confianza ante la pandemia y la recesión. El gobierno no genera confianza y quiere que le den confianza. La televisión enrabia a los menores de cuarenta. Muchos no quieren ver los noticieros.
El gobierno no genera confianza y quiere que le den confianza. La televisión enrabia
En otros países entran al verano y con las cuarentenas realizadas incluso a regañadientes suavizaron la curva. Sus habitantes vuelven a sus actividades o buscan otras. Unos como si no hubiese pasado nada. La mayoría alerta ante otra realidad que incluye otras experiencias, creaciones cognitivas, anímicas y existenciales propias del cuidado y el confinamiento. Todo ello junto a un cambio importante de sus situaciones socio económicas. Un treintañero que vive en Australia le contó a un amigo de Talcahuano cómo después del confinamiento y de vagabundear por los lugares añorados de la ciudad retornó a su casa desde donde quiere trabajar. Sin las ansiedades de los desplazamientos anteriores a la pandemia. Redujo sus gastos y contamina menos. Asunto capital para los jóvenes adultos y los niños.
Cada día son más numerosos los habitantes que emplean tiempo en cultivar y hacer parte de sus alimentos recuperando el tiempo que perdían en los supermercados convirtiéndolo en tiempo propio. En un hacer para los suyos o una comunidad. Son más las personas fabricando sus panes y conservas. La educación se revoluciona. La salud vive otra revolución. Sin un sistema de salud pública extendido no hay forma de enfrentar una época de epidemias y contaminaciones masivas generadas por nuestra manera de vivir. Vertiginosa. Caótica en su relación con la naturaleza. Esclava de una ansiedad financiera colectiva que genera productos innecesarios y gastos espeluznantes y poderes sin límites.
Este concepto de normalidad aplicado a lo social y a lo político busca el efecto de la morfina.
Desde Marzo 20 bajó la contaminación global de CO2 en un 40% y en Chile en un 30% la contaminación general. ¿Cuál es la normalidad más importante la contaminación anterior o la disminución de la movilidad contaminante? La normalidad es un concepto para comparar fenómenos relativamente fijos. Normados. Varios personajes públicos casi sin pensar adoptan las etiquetas. No seleccionan conceptos que expresen la realidad. Siguen la corriente comunicacional. Hicieron de la normalidad su caballo de batalla. En cuanto a la palabra “nueva” usada como prefijo no es más que un recurso publicitario. La normalidad presupone que existe un modelo al cual recurrir para medir o comprobar si la realidad producida por una conmoción tan grande como la actual guarda una relación continua con lo que existía. Presupone que lo anterior era normal. Este concepto de normalidad aplicado a lo social y a lo político busca el efecto de la morfina. Si se acepta la nueva normalidad como definición se pueden sufrir dos confusiones. Primero desconocer que enfrentaremos una realidad distinta y creer que antes de la pandemia vivíamos en la normalidad. A la contaminación agreguemos otro ejemplo para ver a donde nos conduce hablar livianamente de la normalidad. ¿Era normal vivir con diferencias de ingresos abismales? Unos sin tiempo para recibir más dinero por cada minuto de su vida y otros con años de cesantía o actividades infra remuneradas. Una manera de sentir y creer en esa normalidad es no creer en la sociedad y creer en los derechos naturales. Esa es una idea anormal de la normalidad. Porque es amoral.
Esa es una idea anormal de la normalidad. Porque es amoral.
1 comment
Muy buena! Tomaré algunas de estas ideas para promoverlas!