Venezuela divide a la comunidad internacional. Cuesta abajo en la rodada

por La Nueva Mirada

La iniciativa promovida por Uruguay y México, con una postura de mayor neutralidad  en el conflicto venezolano – ante la existencia de dos gobiernos, uno de facto y otro virtual, que  se disputan la legitimidad democrática – de convocar a un grupo de países latino americanos y de la Unión Europea para buscar soluciones políticas a la grave crisis, ha generado el rotundo rechazo de parte de la Asamblea Nacional venezolana, con el predicamento que ello tan sólo implica “alargar el sufrimiento” para el pueblo, permitiéndole al cuestionado gobierno de Nicolás Maduro ganar tiempo. Un argumento que también esgrimiera el gobierno chileno para rechazar esa iniciativa.

La oposición venezolana no considera a Nicolás Maduro y su gobierno como un interlocutor válido y apuesta a que la movilización interna como la presión internacional, permita que las FF.AA., su principal sostén y respaldo hasta ahora, le retiren ese apoyo y reconozcan a Juan Guadió como el legítimo Presidente encargado, con la misión de convocar a elecciones presidenciales en el más breve plazo.

No carece de  fundamentos  la desconfianza en  la real voluntad de diálogo que podría animar a Maduro, que, en circunstancias anteriores, sólo apostó a ganar tiempo y dividir a la oposición en  instancias de diálogo promovidas por la comunidad internacional, con el auspicio de la Iglesia Católica. Ahora, en medio de una fuerte presión internacional y progresivo aislamiento, se resiste a abandonar el poder y convocar a unas elecciones presidenciales que den efectivas garantías a todos los sectores, bajo la supervisión de la comunidad internacional.

No carece de  fundamentos  la desconfianza en  la real voluntad de diálogo que podría animar a Maduro, que, en circunstancias anteriores, sólo apostó a ganar tiempo y dividir a la oposición en  instancias de diálogo promovidas por la comunidad internacional, con el auspicio de la Iglesia Católica. Ahora, en medio de una fuerte presión internacional y progresivo aislamiento, se resiste a abandonar el poder y convocar a unas elecciones presidenciales que den efectivas garantías a todos los sectores, bajo la supervisión de la comunidad internacional.

La ayuda humanitaria y la línea roja marcada por la oposición

No tan sólo aquello. Junto con negar que en su país exista una verdadera crisis humanitaria, como la denunciada por amplios sectores de la población y constatada por la comunidad internacional, Maduro ha sido categórico para rechazar la ayuda internacional que ha solicitado Juan Guaidó y que por estos días se empieza a acopiar en países vecinos como Colombia, esperando que el gobierno de facto y las propias Fuerzas Armadas venezolanas permitan su distribución.

Sin embargo, para el gobierno de Maduro, ello no pasa de ser un presente griego, una suerte de “caballo de Troya”, en cuyo interior se anidaría una eventual agresión militar. Y algo de razón tiene. Aceptar esa ayuda humanitaria, generosa pero no necesariamente desinteresada, que llega de países como Canadá (más de 50 millones de dólares en medicamentos y alimentos), Estados Unidos o la Unión Europea, equivale a reconocer la crisis humanitaria que su régimen intenta negar y generar una grieta en el hasta ahora sólido apoyo de las FF.AA., dando el crédito a la oposición.

Sin embargo, para el gobierno de Maduro, ello no pasa de ser un presente griego, una suerte de “caballo de Troya”, en cuyo interior se anidaría una eventual agresión militar. Y algo de razón tiene. Aceptar esa ayuda humanitaria, generosa pero no necesariamente desinteresada, que llega de países como Canadá (más de 50 millones de dólares en medicamentos y alimentos), Estados Unidos o la Unión Europea, equivale a reconocer la crisis humanitaria que su régimen intenta negar y generar una grieta en el hasta ahora sólido apoyo de las FF.AA., dando el crédito a la oposición.

La oposición ha definido la recepción o rechazo de esta ayuda humanitaria como una verdadera línea roja (¿). “No es una limosna” como afirma el gobierno de Maduro, es una necesidad urgente. Medicamentos y alimentos para salvar la vida de enfermos que no tienen acceso a ellos  para la atención de niños y personas mayores en situación de vulnerabilidad.

La comunidad internacional dividida frente a la crisis venezolana

Claramente la comunidad internacional se ha dividido respecto a la forma de resolver el conflicto que amenaza con culminar en una confrontación armada o una mayor intervención militar. Sobre todo si el gobierno de Maduro intenta aferrarse al poder y mantiene el apoyo de las FF.AA. como hasta ahora.

Descontado el apoyo de Rusia, China y Turquía (además de algunos países centroamericanos), que respaldan al gobierno de Maduro y rechazan la injerencia extranjera, el grupo de contacto, integrado por ocho gobiernos de países de la Unión Europea, incluida Suecia y cinco de países latino americanos (Uruguay, México, Bolivia, Costa Rica y Ecuador), se plantea como su principal objetivo crear las condiciones para que surja un proceso político pacífico, que culmine en elecciones libres y transparentes. Sin embargo, el gobierno de Maduro, que hoy aparece como parte del problema antes que de la solución, no ha mostrado su disponibilidad para esa salida política y plantea propuestas inaceptables tanto para la oposición como para la comunidad internacional, como adelantar las elecciones legislativas, con mayoría opositora.

Este conflicto no puede prolongarse indefinidamente. El llamado grupo de contacto, que se reunirá este día jueves en Montevideo, tiene un espacio y tiempo muy limitado para encontrar una fórmula política que evite el enfrentamiento y que conduzca a elecciones libres en el país al más breve plazo (un mínimo de seis meses y hasta un año han estimado los expertos). El problema es quién asume en este interregno, dando garantías a todos los sectores involucrados en el conflicto.

Por su parte, tanto el gobierno norteamericano, como el grupo de 12 países latinoamericanos que han optado por reconocer a Juan Guaidó como Presidente encargado, apoyan los esfuerzos de la oposición por sacar a Maduro del poder, en lo posible con el apoyo de las FF.AA., la presión internacional y la movilización social, sin descartar una intervención foránea.

Este conflicto no puede prolongarse indefinidamente. El llamado grupo de contacto, que se reunirá este día jueves en Montevideo, tiene un espacio y tiempo muy limitado para encontrar una fórmula política que evite el enfrentamiento y que conduzca a elecciones libres en el país al más breve plazo (un mínimo de seis meses y hasta un año han estimado los expertos). El problema es quién asume en este interregno, dando garantías a todos los sectores involucrados en el conflicto.

Lo que no parece viable es que el cuestionado gobierno de Nicolás Maduro pueda sortear con éxito esta crisis y someter nuevamente a la oposición. La crisis es muy profunda, así como su aislamiento internacional, las fuerzas en su contra son muy poderosas  y Donald Trump tiene el suficiente des criterio como para intervenir militarmente en Venezuela.

La otra vía, la impulsada por la oposición y respaldada por Estados Unidos, el grupo de Lima y algunos países europeos, que merecieron el reconocimiento de la Asamblea Nacional venezolana, puede ser más rápida y efectiva, pero no elimina los riesgos de una confrontación armada o una eventual intervención foránea.

Lo que no parece viable es que el cuestionado gobierno de Nicolás Maduro pueda sortear con éxito esta crisis y someter nuevamente a la oposición. La crisis es muy profunda, así como su aislamiento internacional, las fuerzas en su contra son muy poderosas  y Donald Trump tiene el suficiente descriterio como para intervenir militarmente en Venezuela. Con todas las consecuencias que ello implica.

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