Nadie reconoce propiciar una intervención armada para resolver la profunda crisis política, económica, social y humanitaria en la que se encuentra sumida Venezuela, pero no son pocos los que se niegan a descartarla.
Entre ellos el auto proclamada “Presidente encargado” Juan Guadió, que decidió invocar el añejo pero aún vigente Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado con posterioridad a la segunda guerra mundial (1947), que establece la asistencia frente a un ataque o agresión de potencias extranjeras en contra de algunos de los países signatarios, validando un conjunto de acciones, como la ruptura de relaciones diplomáticas o consulares y la interrupción parcial o total de relaciones económicas. O de las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, telefónicas, radiotelefónicas o radio telegráficas, llegando al uso de la fuerza armada.
El TIAR surgió en el marco de la incipiente guerra fría entre el ámbito capitalista y el campo socialista, sin eficacia ni mayor operatividad pese a haber sido invocado en contadas ocasiones, tras ser aprobado por doce países de la región, entre ellos Chile, con expresa reserva sobre el uso de la fuerza.
Difícilmente una directa intervención militar, pese a que el gobierno de Trump no la ha descartado, pero en todo caso puede abrir paso a nuevas sanciones económicas, políticas y diplomáticas en contra del régimen de Maduro, sin descartar la alternativa de acciones encubiertas y la posibilidad de un conflicto bélico que enfrente a Venezuela y Colombia.
Pero, sin lugar a dudas, tanto su invocación y posterior aprobación por 12 de los 19 signatarios que actualmente suscriben el pacto, agrega un elemento de mayor tensión e incrementa las posibilidades de una salida violenta a la crisis venezolana. Difícilmente una directa intervención militar, pese a que el gobierno de Trump no la ha descartado, pero en todo caso puede abrir paso a nuevas sanciones económicas, políticas y diplomáticas en contra del régimen de Maduro, sin descartar la alternativa de acciones encubiertas y la posibilidad de un conflicto bélico que enfrente a Venezuela y Colombia.
Los ejercicios militares que ha desarrollado el gobierno de Maduro en la frontera con Colombia, así como la confrontación verbal y acusaciones cruzadas ente ambos gobiernos podrían escalar a enfrentamientos militares que animen al gobierno norteamericano a intervenir.
Un diálogo en punto muerto
La tensión escala cuando los esfuerzos de diálogo y búsqueda de soluciones políticas, como las que patrocina el gobierno de Noruega, aparecen bloqueados por Maduro, que tercamente se aferra al poder, basado en la cuestionable legalidad de unas elecciones anticipadas, sin reales garantías y participación para la oposición, que optó por desconocerlas y nominar a Juan Guaidó como Presidente encargado.
Aquel titulo rimbombante es carente de todo poder efectivo, como no sea el que afanosamente le adjudican gobiernos, como el chileno, que lo reconocen legitimidad. Pero Guaidó ha fracasado una y otra vez en sus numerosos esfuerzos por desestabilizar el gobierno de Maduro y conseguir que las FF.AA. le quiten su respaldo. Lo intentó a través de masivas movilizaciones. Luego con el mediático operativo desde la frontera colombiana, al que concurrió Sebastián Piñera, y el estruendoso fracaso de ingresar humanitaria acopiada en Cúcuta. Concurrió también a diversas instancias de diálogo, buscando negociar elecciones anticipadas. Incluso participó en una abortada asonada cívico militar. Y nada. Aislado y todo, Maduro sigue gobernando en Venezuela.
Pero Guaidó ha fracasado una y otra vez en sus numerosos esfuerzos por desestabilizar el gobierno de Maduro y conseguir que las FF.AA. le quiten su respaldo.
“La verdadera transición en Venezuela es hacia el socialismo del siglo 21”, ha señalado desafiante el vicepresidente Diosdado Cabello, insistiendo que lo que debe renovarse es la Asamblea Constituyente, en manos de la oposición.
Adicionalmente el gobierno de Maduro ha anunciado un pacto político con un pequeño sector de la oposición, que agruparía a sectores moderados – Concertación por el Cambio- que contemplaría el retorno de la bancada minoritaria de los representantes del Partido Socialista Unido (PSUV) a la Asamblea Nacional, con el propósito de realizar al más breve plazo elecciones legislativas, nuevas designaciones en el Tribunal Electoral, proclamando el rechazo a las sanciones económicas, la liberación de algunos prisioneros políticos y el reconocimiento de la Asamblea Constituyente, controlada por el chavismo. Condiciones que los sectores mayoritarios de la oposición no han demorado en rechazar.
A estas alturas, es más que evidente que Nicolás Maduro no está disponible para un acuerdo que pase por su abandono del poder, ni la constitución de un gobierno de transición que garantice la convocatoria a elecciones generales, libres y democráticas. También lo es que la oposición carece de fuerzas para obligar al régimen a negociar una transición pactada,
A estas alturas, es más que evidente que Nicolás Maduro no está disponible para un acuerdo que pase por su abandono del poder, ni la constitución de un gobierno de transición que garantice la convocatoria a elecciones generales, libres y democráticas. También lo es que la oposición carece de fuerzas para obligar al régimen a negociar una transición pactada,
Que busca Guaidó con el TIAR
Agotada su capacidad de movilización Guadió parece haber optado por incrementar la presión internacional en contra del régimen, incluyendo la invocación al ya mencionado TIAR, que considera medidas sin excluir la intervención militar.
Por su parte el gobierno colombiano, junto con protagonizar la dura confrontación verbal con el régimen de Venezuela, se esmera en documentar el apoyo de Maduro a grupos guerrilleros, como el Ejército de Liberación Nacional y disidentes de las FARC, que retoman el camino de las armas, operando desde Venezuela recibiendo apoyo logístico de parte de ese régimen.
El clima de tensión entre ambos países ha subido de decibeles con el despliegue de tropas venezolanas en la frontera y las denuncias de agresión armada a Venezuela que reitera Maduro. La fotografía de Juan Guaidó con dos conocidos narcotraficantes le ha permitido al gobierno venezolano abrir un expediente judicial en contra del Presidente encargado.
El clima de tensión entre ambos países ha subido de decibeles con el despliegue de tropas venezolanas en la frontera y las denuncias de agresión armada a Venezuela que reitera Maduro. La fotografía de Juan Guaidó con dos conocidos narcotraficantes le ha permitido al gobierno venezolano abrir un expediente judicial en contra del Presidente encargado.
La Asamblea General de Naciones Unidas será el escenario de una dura polémica acerca de la crisis venezolana, en donde el gobierno colombiano intentará acreditar el apoyo de Maduro a grupos armados que operan desde territorio venezolano. Y podría ser el momento en donde los países que apoyaran la aplicación del TIAR, dieran a conocer las nuevas medidas en contra del régimen chavista.
Descartada la alternativa de una intervención militar aprobada por los países que apoyaron la aplicación del Tratado, han anunciado un conjunto de medidas de presión en contra del régimen chavista, incluidas nuevas sanciones económicas y políticas, que pueden ir escalando, hasta culminar en un bloqueo terrestre, marítimo y aéreo, que tan sólo contribuirían a agravar aún más la situación, como lo ha señalado la alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, sin descartar que pueda culminar en salidas violentas.
Que monos pinta Donald Trump en la crisis venezolana
Es más que evidente que Donald Trump es un enemigo jurado no tan sólo de Nicolás Maduro y el régimen venezolano. También del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Como obviamente lo es de Cuba y su revolución. Y no es ningún secreto que ha emprendido una verdadera cruzada en contra de esta “triada totalitaria” como la describe. Soñando en que pueda ponerle fin.
Pocos dudan del activo involucramiento del gobierno de Trump en sus extremas presiones contra Maduro. Que respalda y sostiene a su “presidente encargado” Juan Guaidó, transformándolo en un “intocable” o la línea roja que el chavismo no puede sobrepasar sin el riesgo evidente de una intervención militar.
Que además busca socavar la unidad y cohesión de las FF.AA. venezolanas en torno al gobierno. Que alienta y apoya medidas de desestabilización y que no descarta medidas de intervención militar en contra de ese régimen.
Desgraciadamente para Trump, las viejas intervenciones militares, al estilo de Granada, o la invasión a Bahía Cochinos han perdido validez con el fin de la guerra fría. Además que una intervención militar franca y desembozada concitaría un extendido rechazo internacional, incluidos sus aliados en la región. Y un alto costo político interno. Sobre todo en momentos que apuesta a su reelección.
Pero la implementación de nuevas sanciones en contra del gobierno venezolano por parte de los países signatarios del Tratado de Asistencia Recíproca, bien puede ser la antesala de una intervención militar en donde no tan sólo estaría involucrado EE.UU. sino también Colombia y con presión a sus aliados más leales como Brasil y Chile.
En este escenario de crisis y extrema tensión en las fronteras entre Colombia y Venezuela, Nicolás Maduro ha optado por viajar a Rusia, para ver si Putin puede darle una mano. Es muy dudoso que ello sea suficiente. Agotadas las vías del diálogo, todo parece apuntar a inminentes salidas de fuerza.
En este escenario de crisis y extrema tensión en las fronteras entre Colombia y Venezuela, Nicolás Maduro ha optado por viajar a Rusia, para ver si Putin puede darle una mano. Es muy dudoso que ello sea suficiente. Agotadas las vías del diálogo, todo parece apuntar a inminentes salidas de fuerza.