¿Y quién vigila a los vigilantes?

por La Nueva Mirada

Por Manuela Gumucio
FUCATEL

13 de Mayo 2019

En la polémica abierta a partir de dichos de la Jueza Dobra Lusic – postulada a la Corte Suprema – sobre el comportamiento de la prensa, surgen voces que olvidan que, si bien los  periodistas juegan un rol de vigilancia, denuncia y control de los poderes públicos, no son siempre fieles a los hechos y que, con frecuencia, responden  a la línea editorial de sus medios. Algo, como sabemos en Chile, con marcados desequilibrios políticos e ideológicos.

Así, los periodistas no tienen el derecho a la total libertad de expresión a la que aluden los columnistas que han salido en su defensa. No son ellos quienes pautean sus temas y prioridades, ni los que resuelven, en última instancia,  lo que será publicado o difundido. Así es más que frecuente encontrarse con titulares que  no corresponden al contenido del texto referido. Muchos periodistas y desde hace largo tiempo luchan cotidianamente por establecer un mínimo equilibrio en los medios. Ellos no tienen por qué sentir menoscabado su rol fiscalizador con los dichos de la Jueza y son dignos de admiración.

No cabe duda que ha existido un ensañamiento contra la  candidatura de Dobra Lusic,  afirmó el Senador Insulza, agregando que es normal que surjan mediadores e intermediarios en este tipo de nombramientos. El columnista de El Mercurio, Carlos Peña, lo criticó diciendo: “El senador parece creer que lo que se hace de hecho, coincide con lo que es correcto hacer”  considerando tráfico de influencia  estas prácticas. Y luego calificó como  grave “la alergia que ella dejó ver acerca de la libertad de expresión.” Finalizó su columna señalando que no se debe dejar pasar “la muy errada concepción de la jueza acerca de los deberes y servidumbres que la función a la que aspira impone ante el tribunal de la opinión pública.”

Los medios no son un tribunal de la opinión pública 

En las palabras de Peña no existe ni un  asomo de apertura a cuestionar las prácticas bastante discutibles de algunos periodistas. Seguramente considera las numerosas faltas que se cometen como gajes del oficio, justamente como comportamientos que por ser habituales serían correctos, lo mismo que él enrostra al Senador Insulza. A esto hay que agregar que resulta exagerado considerar el actual escenario de medios y su producción periodística como “el tribunal de la opinión pública”. Numerosos trabajos coinciden en la dificultad de establecer cuál es la opinión pública, entre otras cosas por la influencia y manipulación de los medios.

Por su parte otro columnista, el abogado Jorge Navarrete, en La Tercera, también puso acento contra la crítica a los periodistas, pero advirtiendo:” La libertad no es sinónimo de impunidad, de la misma forma que un derecho se vincula a la responsabilidad posterior que asumimos por la forma de ejercerlo. Ni los políticos, empresarios, militares, sacerdotes, jueces o fiscales -y ciertamente tampoco los periodistas- están exentos del escrutinio público y de las sanciones por sus faltas. Pero para que ese control sea efectivo y eficiente, más vale el exceso de la libertad que las restricciones previas a la misma.” Navarrete piensa que establecer normas para los periodistas se entiende como censura previa. De hecho existen normas éticas no siempre respetadas y la profesión está regulada por distintas leyes.

No debiera haberse transformado la crítica a los medios un obstáculo al nombramiento de la jueza Dobra Lusic

La Jueza Lusic, dio muestras de una gran libertad y ausencia de cálculo al atreverse a desafiar el poder de los periodistas, sumando un argumento más a su favor, en tanto prueba su libertad de juicio y, desde luego, su libertad de expresión, puesta en cuestión por los autores de las columnas mencionadas.

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