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Por Jorge Ragal
Cuando nací me bautizaron en una iglesia remota
donde no llueve en el invierno.
Durante la infancia corría persiguiendo
con entusiasmo a mi propia sombra.
Estudié literatura en una universidad italiana
con profesores invisibles.
Me casé con una joven noruega que conocí
a través del sitio de Greenpeace.
Adoptamos a nuestros hijos por medio
de la Cruz Roja de Siria.
Trabajo en una biblioteca virtual con libros
que fueron escritos antes de Cristo.
Un robot me ayuda con las traducciones
de las primeras palabras del latín.
Juego ajedrez con el holograma de un novelista ruso
desde el jardín de mi casa.
Un dron me trae sagradamente los domingos
una botella de vino.
Y me he enfermado a causa de un peligroso virus
que recorre el mundo como un fantasma.