2021: Partiste como avión Sebastián

por La Nueva Mirada

Por Frank Kotermann

Ustedes podrán creer que lo mío es una obsesión con la suerte que corre Sebastián. Ciertamente es así y les aseguro que lo será hasta que abandone el Palacio donde nunca debió repetirse el plato para desgracia de 17 millones de chileno(a)s. Que conste que resté el 5% de apoyo que dicen que mantiene en las encuestas, batiendo el récord universal, próximo al margen de error que, en cualquier caso, lo ratifica como un personaje excepcional por donde se lo examine.

Como amigo fiel de Cecilia, una contradicción vital que no me perdona el doctor Martínez con razones fundadas, debo decir que sus errores reiterados – como las vacaciones en Miami en plena pandemia – se las cargo a Sebastián, quién le hace la existencia imposible con sus obsesiones cotidianas mientras no deja de comerse las uñas revisando el resultado de sus utilidades del año que terminaron, como bien ha trascendido, viento en popa.

Sus hijitos remedan al padre y siguen su huella especulativa, con el aval de la ceguera fiscalizadora que, al menos en Chile, hace vista gorda con el emprendedor que viene “salvando” desde sus audacias financieras en el escándalo del Banco de Talca (para los más jóvenes, ocurrió el año 1982, cuando estuvo prófugo de la justicia).

En definitiva, mientras escasean los ministros animados para acompañarlo en su desgobierno, con la excepción hasta hoy del encomiable Allamand, que vacila entre su decepción por desaparecer de la multiplicación de candidatos presidenciales – obsesión históricamente frustrada – y las presiones de su empeñosa esposa por alinearlo entre los más duros frente a los “riesgos” de una nueva Constitución, Sebastián se toma las pastillas que lo alientan a repetir absurdas puestas en escena cotidianas, en “cadenas” cada día más inútiles, incluso al parecer de su leal doctor Paris, agradecido al infinito por la designación que anheló por tantos años.

Yo, lealmente, le insisto a Cecilia que juntar millones, más allá de gustos exclusivos, a final de cuentas vale poco a la hora de partir de este mundo cruel, desnudos tal cual llegamos a él. Como tantos que han quedado al desnudo (¿me repetiré porque estamos en verano?) en estos años cargados por escándalos financieros, estafas, colusiones varias y abusos empresariales al por mayor, Sebastián no podrá caminar nunca más sólo y tranquilo por cualquier lugar de Chile y, claro, recursos no le faltarán para encerrarse elegantemente. ¿Es eso felicidad Cecilia? Fue la última pregunta sin respuesta cuando la llamé para desearle feliz 2021.

Aclarada para ustedes esta obsesión que me continuará acompañando hasta que los tentáculos de Sebastián abandonen La Moneda, emprendo mi caminata cotidiana eludiendo contagios a la orden del día para regresar libre de fantasmas  para visitar al galeno Martínez y continuar nuestras elucubraciones para salvar el planeta amenazado.

Que el 2021 los trate con cariño.
Afectuosamente,
Frank Kotermann

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