Juan Ignacio Sutil Servoin se las trae. Desde que llegó a la cabeza de la CPC, anunciando que votaría No a una Nueva Constitución, le prestó ropa al alicaído Sebastián ya camino al despeñadero. Ganó pantallas colaborando en la compra de vacunas contra el Covid y ahora cuando su cercano mandatario fenece políticamente Sutil levanta la voz contra la corriente, “vacunando incautos”
En tiempos de confusión abundan las ofertas de pomadas milagrosas y vaya que las hemos venido escuchando en límite con el hastío. Sutil fue uno de los socios de Sebastián en la operación “Vacunas” que se levantó como tabla de salvación para una gestión desastrosa que ningún milagro podría ocultar. Comenzando por el récord de fallecidos con coronavirus que nos continúa manteniendo en el top ten mundial en proporción a los habitantes por país.
Lo que natura non da Salamanca non presta. Aunque Salamanca aparezca entre los orígenes hispánicos del significante apellido Sutil(verimagen de titular). En reiteradas entrevistas de los últimos días, el pretencioso empresario abundó en necedades circulares que hicieron recordar algunas de Sebastián. Tapar el sol con un dedo es un vicio tan recurrente como estúpido incluso entre familias supuestamente educadas y frecuentemente orgullosas de sus privilegios. Sutil no suele sonreír en público y su caradura ya conoce de suficientes traspiés en lides televisivas. Se autoproclama conocedor suficiente del país que habita y de las opiniones de “la gente”. Tal como resistió la propuesta de una nueva Constitución, hoy lo hace con propuestas urgentemente impositivas a los más más ricos para financiar iniciativas que asistan y aminoren la gran brecha social que ha pauperizado a un importante sector de la inestable y vapuleada clase media durante el prolongado período de pandemia. En el límite de la necedad argumental, sin sutilezas, ha llegado a culpar a la masiva presencia de inmigrantes indeseables de la inocultable pauperización de miles de chileno(a)s.
¿Alguna sorpresa?
No debería asombrar ningún salto en el vacío de quién antes redujo el “Conflicto de la Araucanía”, donde mantiene buenos negocios, a la presencia de narcotraficantes; rebatió la normalización de la jornada laboral a estándares internacionales y ahora pretende eludir el desafío de una miseria acrecentada con datos duros de subalimentación y hambre creciente en miles de hogares a lo largo del país, negándose a la urgencia de un real ajuste impositivo.
Nada de Sutil.
A Sebastián muerto, Sutil puesto.
Sigan cuidándose, abundan nuevas variantes de la peste.
Hasta la próxima,
Frank Kotermann