La confianza en Dios y Pinochet la guiaba en una campaña memorable por el Sí en el plebiscito de 1988. Nada más que 32 años después, algo más arrugadita, recorrida por la vida y las circunstancias, se erige nuevamente como un símbolo de consecuencia. Ahora nada menos que como posesionada (y/o posicionada) ministra de Educación, – Piñera le dio lo que entonces su inspirador general no podía concederle – odiosita y molesta con los jóvenes secundarios que se rebelan, con malas maneras y “roterías” contra la más que cuestionada PSU, por años en evaluación para cambios, guardados en escritorios de autoridades reflexivas en demasía.
Nada más que 32 años después, algo más arrugadita, recorrida por la vida y las circunstancias, se erige nuevamente como un símbolo de consecuencia.
La aún ministra Marcela Cubillos, que admiraba públicamente el tremendo esfuerzo del Presidente Pinochet (así lo llamaba con elogios de jovencita estudiante de 21 años, poseída por la fe en el altísimo y el capitán general) hoy se transforma en referente para un nuevo plebiscito histórico. Sólo ha cambiado el Sí al dictador, para 8 años más en el poder, por el No al cambio de la Constitución por él impuesta, a beneficio de los que se han aprovechado en hastío del “estado subsidiario” para hacerse de la riqueza del país que su inspirador se birló en considerables porciones enviadas a paraísos fiscales.
Sólo ha cambiado el Sí al dictador, para 8 años más en el poder, por el No al cambio de la Constitución por él impuesta, a beneficio de los que se han aprovechado en hastío del “estado subsidiario” para hacerse de la riqueza del país que su inspirador se birló en considerables porciones enviadas a paraísos fiscales.
Ya no tiene rostro de niñita virgen, tres décadas no pasan en vano aquí ni en la quebra del ají (siempre aplicado por el doctor Martínez cuando se enoja), ha contraído nupcias repetidas – pese a su clerical oposición al divorcio- con buenas razones. Ya sus obispos preferidos han caído en desgracia por pecados harto mayores y el amor por el otrora rugbista Allamand bien valía jurar, más de alguna vez, en vano.
Ya sus obispos preferidos han caído en desgracia por pecados harto mayores y el amor por el otrora rugbista Allamand bien valía jurar, más de alguna vez, en vano.
Él tiene un recorrido diferente pero nunca tanto. Cuando ella rezaba por el general, Andrés repartía furia deportiva contra upelientos y adláteres, con el paso de las décadas sus récords transitaron al deporte de la vuelta de carnero, repetidas para uno y otro lado, hasta transformarse en adivinables. Algo muy bien preciado y valorado por Marcela. No es cierto que lo obligue, como dicen algunos resentidos y malintencionados, subvalorando el carácter indómito del que ha transitado desde “la travesía del desierto” al “desalojo”, como marcas de fábrica de un rugbista que se las trae.
Algo muy bien preciado y valorado por Marcela. No es cierto que lo obligue, como dicen algunos resentidos y malintencionados, subvalorando el carácter indómito del que ha transitado desde “la travesía del desierto” al “desalojo”, como marcas de fábrica de un rugbista que se las trae.
Él ha hecho camino al andar, nadie le ha regalado nada y tampoco conseguirá nada de su esmerado empeño presidencial. Ya acumuló demasiadas desconfianzas en sus socios de ayer y de hoy. Entonces nada más propicio y cristalino que la incondicionalidad con ella, la niña dulce e ingenua de ayer, hoy rabiosa y furiosa, al estilo de su entonces admirado gorila.
Entonces nada más propicio y cristalino que la incondicionalidad con ella, la niña dulce e ingenua de ayer, hoy rabiosa y furiosa, al estilo de su entonces admirado gorila.
Esos jóvenes símbolos del Sí de 1988 han devenido en gastados emblemas del No el 2020. Como dicen sus congéneres de entonces Dios los creó y el diablo los juntó….
Aleluya hermanos.
Afectuosamente
Frank Kotermann