Por Frank Kotermann
Muy probablemente lo vivido, sentido y gozado el 25 de octubre sea bastante similar a lo experimentado por ustedes. Lo que podría hacer la diferencia es nuestra vecindad con la plaza de la Dignidad, que consolidó su nominación en la memorable, multitudinaria, alegre y pacífica celebración – sin presencia policial – algo que se extendió a lo largo del país, contrastando con la patética y apresurada comunicación oficial que, desde La Moneda, rodeado de varios rostros más que pálidos hizo un cada vez más descerebrado Sebastián. (Valga un paréntesis para confirmar que la ausencia de Cecilia acentúa lo patético en los dichos reiterados del llamado “mandatario”).
Como sabiamente me aconseja el galeno Martínez intento no repetir lo que en estos días se instala como una suerte de lugar común y relato irrebatible del suceso cívico, pacífico, masivo y con gran participación de jóvenes votantes y mujeres, que fue anticipando un resultado tan apabullante como inesperado en el mejor de los sueños y la peor de las pesadillas de unos y otros.
Transitar por las calles de la capital a las horas de la extendida votación dominical se transformaba en el testimonio más irrefutable para desnudar la campaña de terror e intimidación en que se empeñó aquel poderoso sector económico – con incidencia de los grandes medios de prensa – jugado, con algunos flecos, pero en definitiva por el rechazo.
Prisioneros de sus propios fantasmas, guarecidos en el gueto de las tres comunas donde el rechazo tuvo mayoría y escuchando de lejos el eco ruidoso de una fiesta nacional se autoflagelaron con sus propias miserias de egoísta terror sembrado para defender regalías y abusos que han estimulado las masivas movilizaciones sociales que tuvieron un primer hito de conquistas en ruta al cambio constitucional asociado a la conquista de derechos hasta hoy negados y reprimidos.
La participación juvenil, más que esquiva en anteriores eventos electorales, aportó frescura y optimismo anticipando la celebración como un corolario natural de ciudadanía que alimenta esperanzas pese a las trabas ineludibles que enfrentará este proceso inédito de nuestra historia democrática y que ha puesto en jaque a las actuales organizaciones partidarias aún al debe. En aquello insiste el doctor Martínez con un dejo de indignación ante los que se intentan vestir con ropa ajena a la hora de un logro democrático forzado por la movilización que creció como reguero de pólvora desde aquel día en que los estudiantes se rebelaron contra los 30 pesos que el gobierno de empresarios miró a huevo. Huevos que penan hasta hoy en el entorno maltrecho de Sebastián.
Nada bueno se puede esperar el desgobierno de Sebastián, con Pérez jugando ahora al “demócrata” y Allamand pagando el enésimo desacierto en su frustrada aventura de ser primera figura, ahora bajo las órdenes de su aplicada esposa y discípula de Augusto José Ramón…
Tengo ahora un almuerzo de celebración, postergada por razones laborales, con el galeno y nuestros juveniles amigos del segundo piso. Todo bajo control sanitario. El mismo que la inmensísima mayoría aplicó el reciente domingo a pesar de los malos augurios que llegó a avalar el cada día más pequeño ministro Paris…
Hasta la próxima. Sigan cuidándose que hay mucho por lo que seguir soñando en vida…Pese a todo.
Frank Kotermann