Para esta edición de su semanario, parece ineludible referirse a lo que ocurre en Venezuela.
Resulta que el mismo día en que Guaidó inició su osada operación cívico militar, Piñera venía en el aire de regreso a Chile con sus niños, Cristóbal y Sebastián, después de un agotador viaje por China y Corea. Fue una impactante sorpresa para nuestro Presidente.
Con su ímpetu característico, se dirigió a la cabina del 767 de la Fach y le ordenó al piloto que aterrizara en La Carlota para acompañar el alzamiento contra Maduro. Sería, según él, una medalla más a sus audacias de política internacional.
Pero se encontró con dos impedimentos: los niños le reclamaban a su papá: “cuanto falta para llegar” y segundo el piloto le informó que La Carlota era muy chica y el 767 no podía aterrizar allí.
Las cosas ocurrieron como hemos visto en la TV. El intento de insurrección se fue diluyendo, por fortuna para nuestro osado Mandatario. Se imagina, usted Sr. Director si hubiese aterrizado en La Carlota.
Los niños reclamando y nosotros con nuestro Presidente haciendo el ridículo. Por fortuna la pista de la Carlota no sirve para un 767.
Preocupado por los sucesos quise averiguar qué pasaba con Alejandro Navarro, nuestro senador chavista. Recuerdo que declaró que sería el primer soldado en defender a Maduro.
Según me pude informar Navarro trató de comprar un pasaje barato, en Copa, pero tenían disponibilidad solo para el 5 de mayo (para el 1 de mayo había solamente en primera clase, es decir muy caro). Un alivio para nuestro senador. Pues a esa fecha todo ya podría estar resuelto. Y pensó que sería un viaje inútil.
Sr Director, modestamente pienso que la solución a la crisis que vive el pueblo venezolano no se logrará con Piñera ni con Navarro.
Quedo muy preocupado por Venezuela y también por la salud física y mental de nuestros aspirantes a héroes.
Atentamente
Luis de Las Rocas.