Señor Director:
En la semana reciente han ocurrido varios episodios que estimulan la reflexión. En este caso me ha llamado la atención la coincidencia de apellidos. Es decir, ha sido una semana de apellidos. Veamos algunos ejemplos.
Arias y Arias. Ambos insertos en desastres. Uno en Rancagua y otro en la “U”. Moya dispara contra Emiliano y este se defiende contraatacando, cosa que no sabe hacer el de la “U”, que carga contra el anterior entrenador por haberle dejado un equipo sin pólvora y, pese a todo, promete quedarse. A su vez el Fiscal Regional de O’Higgins, tal como el Emiliano de la revolución mexicana, carga escopeta y promete disparar. ¿Quién de los Arias ganará?
Luksic y Luksic. Cada uno en su Suprema posición. Uno, en los grandes negocios, incluyendo los de China, y ella disputada por la izquierda y también por la derecha. Cada uno en su poder: el económico y el judicial. En todo caso, esta similitud de apellidos conduce a meditar si acaso estos poderes pololean. Sería mucho decir que están matrimoniados, aunque fuera por la unión civil.
Sánchez y Sánchez. Uno en España y otra en Chile. Resulta que el peninsular ganó desplegando nuevamente las banderas de la social democracia y la Bea, como le dicen sus amigos y compañeros, considera que tal política es una estafa. Lo que parece eludir es que sus preferidos allá, con Iglesia a la cabeza, bajaron a la mitad y llegaron cuartos. Me parece que Pedro con su físico esbelto y cuidado debiera darle consejos a nuestra Sánchez en ambos sentidos: el político y el del glamour.
López y López. Aquí también se repite la diferencia de latitudes. Uno en Venezuela y otro en Chile. Leopoldo no hace caso y prefiere el asilo contra la presión de Guaidió que lo quiere en la calle mientras este López elige una cómoda residencia diplomática. Parece que es un poco fijado y encontró que la embajada de Chile era poca cosa y se cambió a la España que, además, está en un barrio mejor. Ahora bien, por casa, nuestro López, Nicolás, está en otra batalla menos política pero más trascendente. Usando o abusando de su condición de poder (por ser director) digamos que controlaba a sus actrices y las invitaba a su casa para establecer mejores relaciones. En la delgada línea entre el abuso de poder y el sexual. Explosiva la ecuación.
¿Y qué pasaría si traemos a Arias, que se ha especializado en averiguar los abusos de los curas?
Ya ve señor director cómo este asunto de los apellidos está lleno de conexiones.
Atentamente
Luis de las Rocas.