Señor Director:
Esta semana ha detonado una polémica provocada por el proyecto de ley del gobierno, denominado por los medios como “admisión justa”. Es decir, que los alumnos con buenas notas (sobre 6) puedan ingresar a los liceos emblemáticos, o de excelencia (como se les llama presuntuosamente), directamente en hasta un 30% de los cupos existentes en ellos
Se argumenta que así premiaría el mérito y esfuerzo del educando, garantizándole un futuro mejor que el de sus padres. A eso le llaman promover la movilidad social. Sin duda, un buen propósito. El problema es que surja una cadena de reclamos que haga colapsar el sistema por excluir de matrícula a los que tengan un guarismo menor del corte, es decir que sus “méritos y sus esfuerzos” han sido insuficientes. En lenguaje vulgar, pasarían a la categoría de flojos o reventados. Nada más injusto.
El problema es que surja una cadena de reclamos que haga colapsar el sistema por excluir de matrícula a los que tengan un guarismo menor del corte, es decir que sus “méritos y sus esfuerzos” han sido insuficientes. En lenguaje vulgar, pasarían a la categoría de flojos o reventados. Nada más injusto.
Un sistema sano no podría aceptar tal situación. Entonces, en contraste al proyecto del gobierno de Piñera, la oposición propone otro, que se denomina la “Ley Machuca”. Significa que los liceos de la elite o de clase alta, tengan obligatoriamente que aceptar un porcentaje de alumnos provenientes de las clases bajas o sectores populares, para que reciban una educación de calidad. A eso se le llamaría promover la integración social, como dice el Alcalde Lavín.
Estimado señor director, me parece que la oposición no está atinando. Basta conocer los dramáticos relatos de los llamados “Machuca” para darse cuenta que la cosa no va por ahí. ¿Por dónde? Pues, por donde se le ocurra al Conde.
Estimado señor director, me parece que la oposición no está atinando. Basta conocer los dramáticos relatos de los llamados “Machuca” para darse cuenta que la cosa no va por ahí. ¿Por dónde? Pues, por donde se le ocurra al Conde.
A la inversa de la propuesta un poco políticamente pueril de la oposición, se me ocurre algo mejor. Que propongan la “ley ACUHCAM” es decir la ley Machuca al revés. Y con ello se obligue al décimo decil (los más ricos del país) a enviar a algunos de sus hijos a las escuelas y colegios más pobres de Chile, en las poblaciones más desfavorecidas.
Que propongan la “ley ACUHCAM” es decir la ley Machuca al revés. Y con ello se obligue al décimo decil (los más ricos del país) a enviar a algunos de sus hijos a las escuelas y colegios más pobres de Chile, en las poblaciones más desfavorecidas.
Se sabe que esas familias del décimo decil tienen muchos hijos, hasta 8 y más. Pues bien, a lo menos uno o dos de ellos debieran ir obligatoriamente, por ley, a las escuelas y colegios de tales lugares y poblaciones. Para ello se harían planes piloto, como se dice por los planificadores, en coordinación con las autoridades locales. Es decir, bien hecha la cuestión.
Por ejemplo, en La Pincoya, La Pintana, El Volcán en Puente Alto en la capital y en las otras regiones: Cachiyuyo, Pailahueque, Perquenco, Codpa, Chonchi (este podría descartarse porque fue lugar de relegación en tiempos de dictadura y provocaría sensibilidad en algunos niños de familias admiradoras del tirano). Entonces se reemplazaría a Chonchi por Tantauco.
Por ejemplo, en La Pincoya, La Pintana, El Volcán en Puente Alto en la capital y en las otras regiones: Cachiyuyo, Pailahueque, Perquenco, Codpa, Chonchi (este podría descartarse porque fue lugar de relegación en tiempos de dictadura y provocaría sensibilidad en algunos niños de familias admiradoras del tirano). Entonces se reemplazaría a Chonchi por Tantauco.
Frente a esta propuesta, que he divulgado, se han producido diversas reacciones. Por ejemplo la ministra Cecilia Pérez está tranquila pues sus hijos, sobrinos o nietos no aplican. Distinto es el caso de los ministros Larraín, Chadwick y Moreno.
Con esta ley pasaría algo fantástico, pues los niños del decil más pudiente se enterarían que existe una realidad muy diferente.
Frente a esta propuesta, que he divulgado, se han producido diversas reacciones. Por ejemplo la ministra Cecilia Pérez está tranquila pues sus hijos, sobrinos o nietos no aplican. Distinto es el caso de los ministros Larraín, Chadwick y Moreno.
Espero que esta sugerencia sea publicada por su agudo medio, que sigo semanalmente.
Con todo respeto.
Clodomiro Hermosilla.
Profesor Normalista. (J).