En esta columna no se pretende ni se trata de tirar piedras, rocas, guijarros, paveés o adoquines, ni tampoco tirar sustancias de Chillán o marshmellows, contra alguien o contra nadie. El autor de esta columna tiene un arsenal de esta diversidad de municiones en su Santa Bárbara.
Tal como lo anuncié en mi carta anterior me dirijo a París. Dejé atrás nuestro atribulado continente y sobre el atlántico (o sea el charco que hay que atravesar para llegar a un llamado primer mundo) empiezo a leer los diarios europeos: ni modo hay que ponerse al día. Pero me doy cuenta que la cosa no anda bien. La línea aérea que me transportaba me proveyó de Le Monde, The Guardian, La Vanguardia y El País. Y me encontré con un mundo de temas y noticias, que nuestros noticieros y matinales no tocan. Claro la Cathy Barriga da más rating.
Les cuento que el día anterior antes de abandonar Santiago, pensé que debía comer algo inigualable, para irme con una sensación única: empanadas de locos.
Pues bien, ya en mi nueva residencia, me encuentro de inmediato con algo que no había visto en nuestro pobre ambiente informativo. Estamos en un mundo plagado de locos.
Leyendo esos diarios europeos me topo con Trump, Urban, Bolsonaro Duterte, Kim Jong Un, Putin y Boris Jhonson. Todos tiranuelos autoritarios, populistas de derecha, que tienen al mundo patas arriba. Entre medio también el negrito de Harvard, Maduro, tiranuelo de “izquierda”. Y si agregamos a jeques y emires sin mencionar a los tiranos de Arabia Saudita e Irán, que ahora permiten a las mujeres manejar autos e ir al estadio. El sultán de Brunei, cosa rara. Y no me digan del chino capi-comunista que se hizo elegir presidente vitalicio: le dicen Xi.
Una colección de locos.
De dónde viene todo esto. De la globalización, es decir, del triunfo universal del capitalismo comandado por cabezas neoliberales sentadas en grandes organismos financieros privados. Toda esta manga de locos se han puesto nacionalistas.
Le he pedido a un mago-astrólogo amigo, que busque en las profecías de Nostradamus qué ocurrirá cuando una colección de locos como la descrita se junte. Si viene algo terrible me regreso a Chile.
Mientras tanto nuestro presidente se ha puesto verde. Un loco verde.
Atentamente
Luis de las Rocas .