En esta columna no se pretende ni se trata de tirar piedras, rocas, guijarros, paveés o adoquines, ni tampoco tirar sustancias de Chillán o marshmellows contra alguien o contra nadie. El autor de esta columna tiene un arsenal de esta diversidad de municiones en su Santa Bárbara
Lamento decir “hasta pronto” a mis fieles lectores de esta Carta de Las Rocas. Me ausentaré de Chile por un tiempo largo.
Me han contratado desde Francia para organizar la empresa que he creado en Chile y que tiene varios años ya. Me refiero a RENATA.SA que afortunadamente en idioma francés se escribe de la misma manera, es decir: Réserve Nationale des Talents. Sans Activité.
La tendencia mundial es clara. Entre los milenials (20 a 35) y los seniors (35 a 50) dejan fuera del mercado a todos los mayores (adultos) con experiencias notables en ciencias, artes, gobernanza, economía, percepción y conocimiento de la naturaleza, que se echa en falta, para el diseño de las políticas públicas. (Se han fijado que los premios Nobel los obtienen siempre personas mayores).
Pues bien, mi emprendimiento futuro no me ahorra escribir esta carta habitual sobre nuestros asuntos.
Sin embargo, ya que debo ahora ver desde París asuntos más globales, tengo que referirme a la frase inolvidable pronunciada ayer por Trump, cuando dice “yo, en mi gran e inigualable sabiduría”. Refiriéndose a un caso de sus obsesiones, nos anuncia y notifica que es el matón universal, no sólo por su poder militar y económico sino ahora también por su saber.
Ahora, incursionando en nuestro Chile, vale la pena preguntar a las derechas locales, qué piensan de su líder universal. Me temo que no se atreven a criticarlo porque, al fin y al cabo, nuestro presidente tiene algo de eso mismo.
Ciertamente nuestro Piñera se va escorando cada vez más hacia un autoritarismo conceptual, aunque muy liviano o mediocre, que descalifica a todo aquel que no piensa como él, incluyendo a gente de su propio sector. El estilo de sus incursiones habituales en los medios de comunicación (impuestas por la autoridad) son demostraciones de lo que sostengo.
Tan elocuente es, que llama permanentemente a la oposición a lograr acuerdos y al mismo tiempo la desacredita y ofende. Como me dijo un amigo gringo: “mi no comprender, poco tiempo en Chile”
Lo que tengo claro es que sus personas más cercanas tratan hacer lo que se llama contención (como se dice) a su personalidad avasalladora. Eso es lo que hace, desde luego, su señora Cecilia, a lo que se agregan las pastillas para aliviar su síndrome de Tourette.
Contra esta inteligente actitud, conspira la cotidiana adulación de su vocera que con su sensual voz nos comunica los notables “éxitos” de nuestro presidente.
Afortunadamente en la zona de París donde me ubicaré no llegan las señales de nuestra TV.
Afectuosamente
Luis de las Rocas.