En esta columna no se pretende ni se trata de tirar piedras, rocas, guijarros, paveés o adoquines, ni tampoco tirar sustancias de Chillán o marshmellows, contra alguien o contra nadie. El autor de esta columna tiene un arsenal de esta diversidad de municiones en su Santa Bárbara.
En estos días hemos presenciado un nuevo festival de anuncios como ya nos tiene acostumbrados Sebastián. Cada uno de ellos apunta a un estudiado impacto en la opinión pública. Con este propósito se unen dos tipos de empresas muy bien pagadas en La Moneda: las que hacen encuestas y las que sugieren las frases y slogans para impactar. A todo este guiso se le llama comunicación estratégica.
A todo este guiso se le llama comunicación estratégica.
Ahora los dos temas elegidos para impactar a nuestros ciudadanos son los migrantes y los narcos.
Ahora los dos temas elegidos para impactar a nuestros ciudadanos son los migrantes y los narcos.
Partamos por los ansiosos venezolanos que quieren vivir en nuestra apacible democracia. Seguramente no están enterados de la represión que se ejerce contra mapuches y estudiantes. Tampoco comprenden la absurda burocracia que se les ha impuesto para ingresar a nuestro paraíso. Al respecto no se trata de inventar un slogan pues solamente basta la frase de nuestro himno tan bien cantado por la roja: el asilo contra la opresión. En tal sentido parece que Rodrigo Ubilla (a quien sus amigos le denominan cariñosamente “cara de chancho con barba”) no lo ha entonado como nuestros Vidales, Sánchez y pitbulls. Elementary Watson, déjelos entrar y aquí los regularizamos.
Elementary Watson, déjelos entrar y aquí los regularizamos.
Este tema nos remite a lo actuado por nuestro Mandatario. Si yo fuera opositor sugeriría: “De Cúcuta a Chacalluta, la confusión es de la gran puta”. El viaje a Cúcuta era ayuda humanitaria, pero en Chacalluta es obstrucción humanitaria.
Si yo fuera opositor sugeriría: “De Cúcuta a Chacalluta, la confusión es de la gran puta”
El otro tema de la agenda es el narco. En esto los consejeros le propusieron algo simplón: “guerra al narco tráfico”. “Y para ella ponemos al Ejército”.
Olvidaron que ya el acelerado Presidente había abusado del argumento de la guerra. Se acuerdan, entonces era la guerra contra la delincuencia y Piñera les advirtió “Se acabó la fiesta de los delincuentes”. Entonces la fiesta se desató. Con fanfarrias, fuegos artificiales y, por cierto, con ráfagas de balazos.
“Se acabó la fiesta de los delincuentes”. Entonces la fiesta se desató. Con fanfarrias, fuegos artificiales y, por cierto, con ráfagas de balazos.
Nuestro Presidente, está muy convencido de impulsar esa guerra con el Ejército a la cabeza (a pesar del horrible descrédito de sus últimos comandantes en jefe por suculentos robos y fraudes).
Aunque pareciera ignorar frecuentes episodios a balazos entre narcos, con víctimas inocentes, como un niño de 8 años hijo de uno de los jefes de las bandas que se enfrentaban por una quitada.
Fue entonces la vocera quién le aconsejó con voz temblorosa: Presidente se trata de un niño y como hemos dicho los niños primero, vaya y exprese sus condolencias.
Raudo Sebastián se dirigió al velorio. Llegó compungido y pidió hablar con el padre del niño fallecido. Entró y preguntó: ¿dónde está el difunto? El padre le respondió al oído: “usted es el difunto”. José Antonio Kast piensa lo mismo.
Raudo Sebastián se dirigió al velorio. Llegó compungido y pidió hablar con el padre del niño fallecido. Entró y preguntó: ¿dónde está el difunto? El padre le respondió al oído: “usted es el difunto”. José Antonio Kast piensa lo mismo.
Atentamente
Luis de las Rocas.