Celebrando en silencio Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

Aunque no te mencionó en su discurso de celebración – ninguno de los aspirantes de la primaria oficialista lo habría hecho – el agradecimiento te llegó igual. Antes de votar dijo “ Estoy orgulloso de haber sido ministro de Piñera, pero las elecciones se tratan del futuro«. Te podías dar con una piedra en el pecho. Para un Sebastián vapuleado no da lo mismo si sus yuntas Chadwick y Larroulet levantan el dedo, satisfechos. Sichel te dio un gusto dominguero.

Lo anticipamos la semana pasada, a diferencia de Lavín, Desbordes y Briones a quienes le hiciste la cruz y los viste transpirar una derrota estruendosa, el acomodaticio Sichel te obsequió el placer de observar hechos trizas los partidos que te dieron vuelta la espalda en medio del desastre. Querías verlos comiendo los mismos gusanos que te has tenido que tragar en los últimos meses en que pasaste a la jaula de los perdedores que siempre quisiste esquivar.

Aunque de trayectorias tan distintas desde la misma cuna, compartes con Sichel la ambición desmesurada y ausencia de escrúpulos para moverse en aguas turbulentas. Como tú lo hiciste, sueña con capturar buena parte del voto demócrata cristiano en tiempo de vacas flacas para la falange, Y con la suficiente cara de palo de hacerlo con mano mora. No por nada, Chadwick, Allamand y el nunca bien ponderado Larroulet, hicieron parte de la variopinta máquina electoral de tu desfachatado exministro.

Podrías escribir en tus memorias -ésas que no te atreverás a transparentar nunca – el placer de la pasada de cuenta a los que se creyeron más listos que tú y capotaron en el intento. Pocos como tú pueden narrar en primera persona las argucias para ganar a cualquier costo. En tu caso las movidas financieras y las trampas como mal émulo de un gran señor y rajadiablos del último medio siglo no tienen comparación posible en el ámbito político.

Para la mayoría habrá pasado piola la ansiedad con que esperaste ver destrozado a Joaquín Lavín. Lo tuviste tan cerca, lo encontraste siempre algo naif y simplón, apostaste a que jamás lograría llegar a La Moneda más allá de visita frecuente. Te sonreíste de su definición socialdemócrata con que terminó de cansar a Chadwick y Allamand. Cavó su propia tumba y en la hora de tu derrota celebras que te has llevado puesto también a los partidos de tu coalición y sus postulantes a sucederte. Vaya fraternidad…

Continúa celebrando como premio de consuelo la victoria de Sichel.

Es larga la lista de los apostadores que ahora competirán por estrujarlo.

Hasta la próxima.
Frank Kotermann

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