Al inicio de su impetuosa arremetida presidencial quiso diferenciarse de partidos y liderazgos antiguos, incluido el de su homónimo mandatario, quien lo había premiado con apreciadas designaciones durante su desastrosa presidencia y lo apoyó asociado a su primo Chadwick y al innombrable del segundo piso para terminar con las pretensiones del añejado y hoy prófugo Joaquín Lavín. Bastaron unas pocas semanas para que la pretendida “virginidad” del otro Sebastián se fuera al tacho de la basura.
El invento marketero para resucitar a la derecha vapuleada en todas las últimas votaciones nacionales resultó tener menos peso que un paquete de cabritas. Cierto que las opciones eran casi inexistentes, luego que Joaquín Lavín, “el multimedia”, terminara de “rallar la papa”, con sus arrebatos socialdemócratas, festinados hasta el cansancio de sus eventuales financistas que olieron la novedad del transformista Sichel.
Apostaron entonces a su entusiasmo de independiente multiuso, comprometiendo suficiente respaldo financiero para alentar su vuelo en primarias celebradas desde el pinochetista Larroulet hasta exfalangistas buscando nuevos empoderamientos como Juan José Santa Cruz. Sebastián, el original, agregó su adhesión, aceptando la solicitud de guardar silencio para no “quemar” como demasiado oficialista al nuevo Sebastián. Las omisiones de los grandes medios respecto de las volteretas políticas de la “novedad del año” harían el resto para su necesario blanqueo.
Pero, como viene ocurriendo en el amplio espectro partidario nacional, no por madrugar amanece más temprano y bastaron un par de salidas de madre para que la embarcación cuidadosamente pintada comenzara a hacer agua. En una semana y media el novedoso Sebastián mostró las hilachas colgando. Dio la hora en el primer debate televisivo para alegría del pinochetismo bien aferrado a los simples lugares comunes de JAK, y luego se empecinó en eludir que había retirado un 10% de sus fondos previsionales, en circunstancias que amenazaba con quitarle espaldas a los parlamentarios de su sector que apoyaran el cuarto retiro. Aún el nuevo Sebastián no toma nota que quedó marcando ocupado y con fuego amigo creciendo.
Así sus acciones en la bolsa electoral están a la baja, mientras espera una repuntada de la que dudan varios de sus ayer entusiastas independientes moda 2021.
Sebastián, el de verdad, que sabe de navegar en aguas turbulentas desde los años 80, con resultados financieros a la vista, sonríe silenciosamente. ¿Quién es entonces el Sebastián de verdad?
Y el promisorio candidato ya se cambió el apellido…Cada día puede ser peor
¿O no Sebastián?