Por Frank Kotermann
El galeno Martínez continúa su recuperación y con ella crecen las conversaciones en que yo lo desafío con preguntas jugando un poco al abogado del diablo. En parte de su vida fue contertulio frecuente de Ángela Jeria y lamentó su partida, agradeciendo que su hija no pisara el palito, algo grotesco, animado por la deslenguada y desfachatada diputada María José Hoffmann solicitando que Michelle tuviera trato especial para despedir a su madre. Algo así como empatar el grotesco espectáculo del adiós oficial a Bernardino Piñera. Como le gusta decir al doctor no hay que confundir gimnasia con magnesia.
El rebaño se le desordenó a Sebastián y queda al desnudo que sus decisiones alientan las tensiones y malos humores, especialmente en la tienda que continúa manejando con sus inocultables caídas al frasco la senadora de apellido apto para los juegos verbales que hace nuestra siempre animadora vecina del segundo piso. Nos hace reír y el doctor Martínez la celebra agradecido en estos tiempos más bien grises.
El galeno reaccionó burlón a los anuncios de Sebastián para ayudar a la clase media. Todos somos y no somos clase media si seguimos las precisiones del aplicado titular de Hacienda. “Otro empleado más de Sebastián” repite Martínez desde que apareció como aplicado alumno del curso y no pocos pisaron el palito creyendo que se abría un cambio a la gestión meramente empresarial de su jefe. “La torta está demasiado mal repartida y con estos rufianes no hay vuelta”. Añade el galeno que la trampita continuará mandando y las medidas anunciadas son fuegos artificiales que no apuntan a otra cosa que endeudar a los ya demasiado endeudados. Insiste que este gobierno es el más tacaño del mundo en tiempos de pandemia. “Este tiritón es más conservador y especulador que el delincuente de Trump” le escuché decir al galeno respondiendo a un comentario telefónico que le hacía un colega del hospital.
Aquí ganará una vez más la banca con aval del Estado, explica el cansado doctor a un pariente que le insiste en que el interés es bajo y se puede pagar el préstamo en cómodas cuotas mensuales, con un año de gracia. Otra trampa, creyendo que la gente es tonta, patrocinada por los mismos que niegan la posibilidad de retirar un 10% de lo acumulado para las jubilaciones miserables que esperan a la mayoría de los cotizantes, le ejemplifica el doctor a la joven vecina a partir de sus propios números que tiene ordenados en el computador.
Se enojó el doctor y yo le respondo que también creo que Sebastián sólo se mira el ombligo. Lo peor, me dice, es que nuevamente están repitiendo el juego, manipulando las cifras de la pandemia. Pese a que se superan los 10 mil fallecidos la pantalla detrás del ministrito chiquito y cariñosito marca sólo algo más de seis mil y él responde sandeces a las pocas consultas periodísticas. Ya se indignó el galeno Martínez y yo fracaso en mi intento por cambiar el tema y bajarle la tensión que mal le hace en su ya prolongada recuperación de la pandemia.
Yo estoy viejo y listo para la foto en cualquier momento, me dice aún alterado y continúa su descarga contra los que califica como carajos que juegan con la salud de esa mano de obra que necesitan activa para continuar acumulando su riqueza. Por eso alteran cifras y les importa un bledo que sigan muriendo como pollos los viejos y los pobres, sin nombre ni apellido. No quiero agitarlo más comentándole las declaraciones de José Antonio Kast que pide el pronto retorno a las actividades laborales en el gran Santiago. Por suerte oscurece más temprano y hemos quedado de acuerdo para ver “Breaking Bad” en Netflix.
Sigo pensando que en este río tan revuelto – miro el alto paso del agua desde la ventana del departamento- solo puede haber ganancia de pescadores.
Sigan cuidándose. Ya sabemos que Paris no ayuda.
Frank Kotermann