Por F. Kotermann
Debo decir que me siento culpable y pretendo enmendarlo con esta columna.
En lo escrito la semana pasada pequé de machismo y soy de los que me empeño en superarlo, aunque parezca tardío. Escribí de mi relación cercana con Sebastián, hoy desconocida por lo que entiendo como su vacío emocional tras crisis que ha destrozado su inmenso ego, sin siquiera mencionar a Cecilia que más que primera dama la traté como una amable mujer y mejor conversadora durante sus visitas a Nueva York.
En efecto, nuestras conversaciones se alargaban tras la jornada diaria, cuando Sebastián, siempre obsesionado por tomar notas – supongo útiles – en su misteriosa libretita las suspendía, probablemente porque transitaban a desvaríos inútiles o pequeñeces mundanas que suelen nutrir la cercanía entre seres humanos. Más aún, cuando nos acompañaba el mejor whisky escocés (The Macallan 1926), codiciado por tantos y que yo guardaba para visitas “ilustres”. Sebastián siempre ha sido algo más controlado, marcando límites al consumo etílico.
Bueno, lo que debo decir proviene del recuerdo, algo tardío, de mis comentarios durante esa larga noche, respecto de las muy diversas publicaciones y series televisivas sobre “Alienígenas”, que me habían llevado a escribir una nota crítica acerca de algunas de ellas. Recuerdo haberme referido a “Campamento alienígena”, que me parece poco aconsejable para niños y, especialmente, a una muy vista, pero más que discutible desde el ámbito científico, de autoría del suizo Erich Von Dämken, millonario por su venta de libros traducidos a 30 idiomas y que ha realizado, en canal History, una década de temporadas con “Alienígenas Ancestrales”. Cuando me referí a los millones de dólares que ha conseguido con esa incursión tan exitosa como cuestionable en su calidad, recuerdo que Sebastián rompió el silencio y me hizo un par de preguntas. Señalé que Von Dämken había conseguido ese millonario éxito, luego de una incursión delictiva que lo tuvo en las cuerdas legales por un buen tiempo.
Cecilia se mostró muy interesada en los alienígenas. Me pareció que no era un tema en que hubiera reparado antes. De allí esta tardía sospecha de que mis comentarios, al disfrute del buen Macallan, hayan incidido en alguna obsesión por aquellos seres a los que imputó responsabilidades fatales en el desborde social en Chile. Reconozco que Sebastián no manifestó interés alguno en los alienígenas.
Si en algo he incidido en los pésimos días que Cecilia vive hace 2 meses, le hago llegar mis disculpas. Jamás fue mi intención y quedo atento a cualquier consulta de ella y, ciertamente, disponible para recomendarle otras series televisivas bastante más gratificantes que las de alienígenas.
Ahora me siento aliviado de esta inquietud obsesiva que me copó al punto de no bajar, como lo hago todas las tardes, a la Plaza de la Dignidad.
Más aliviado, reitero el buen recuerdo de Cecilia.
Será hasta la próxima
Afectuosamente
Frank