Sólo los muy cercanos a Palacio conocían de la intimidad de Sebastián con Magdalena Díaz. El nombre trascendió tras nerviosos llamados que ella realizó en Chile y a USA para advertir a los propietarios de la Red TV que el Presidente estaba molesto por revelaciones de la periodista Alejandra Matus sobre su desprolija intervención en la crisis financiera de ENJOY.
En la Red “pandió el cúnico” como le gusta decir al doctor Martínez porque el malestar presidencial se había extendido al quehacer reporteril de otro(a)s compañero(a)s de pantalla de Matus, que con agudeza crítica ganan audiencia mientras sus dueños invocan pluralismo, empatando aquellos espacios periodísticos con una movida para la foto de “buena conducta” regalándole horario privilegiado – con pésimos resultados de audiencia – al incondicional pinochetista Checho Hirane.
No estaba el horno para bromas porque la intervención de Palacio surgió en una pésima tarde de Sebastián – no hubo pastilla que lo calmara – y Magdalena solo cumplió con la perentoria exigencia presidencial para “apretar” a la Red, que se salía del orden y respetuoso silencio brindado por los canales “más importantes” que facilitan a La Moneda eludir malos ratos en el peor año de Piñera en su historia política. Cuando las encuestas lo han dejado por los suelos, obligándolo a concentrarse en sus emprendimientos financieros y en las bolsas internacionales.
Todo parecía controlado y viento en popa hasta el desastre de los resultados financieros de los casinos Enjoy, obligándolo a una intervención rápida para chutear plazos de negociaciones de pasivos complejos que habrían golpeado las arcas familiares involucradas hace largo tiempo en ese arriesgado rubro de las apuestas.
Así saltó a la fama de los rumores Magdalena Díaz, dedicada bajo total confianza de su tío a cuidar su vapuleado legado. Nadie mejor que la hija de su compadre Pedro Pablo Díaz, premiado con la siempre requerida embajada chilena en Portugal – allí la vida es grata y lejana a exigencias mayores – para llevar la agenda más íntima de Sebastián. Lejos de pugnas partidarias y apetitos ministeriales que más de un dolor del mate le han significado en estos últimos años.
Los plazos vencían, todo se hizo mal y la rápida gestión de Magdalena resultó indispensable. Ella solo cumplió con lo ordenado por su tío regalón (la foto de entrada lo dice todo) y parece injusto que se lleve las críticas odiosas de los enemigos políticos de Sebastián. Él es el dueño responsable de aquella tremenda gama de acciones en decenas de empresas dentro y fuera del país que lo clasifican en el top ten de los ricos del planeta. Ella no gana mala plata y se las arregla de lo más bien. Papito tampoco falla como incondicional de larga vida en las andanzas de Sebastián. Los más viejitos recordarán el rol que jugó Pedro Pablo Díaz en tiempos de la “kioto” de Ricardo Claro, que desnudó entonces la operación política del hoy Number One del país para “planchar” las desmedidas pretensiones de su íntima Evelyn Matthei.
Mucha agua ha pasado bajo los puentes en estas décadas y la incondicionalidad de Pedro Pablo continúa sin vacilaciones. Como son las buenas amistades de toda una vida.
Para muestra un botón. Entonces ¿Por qué culpar a la mensajera?
Magdalena solo cumplió órdenes. Otra cosa es que se haya pasado de roscas…ha tenido de quién aprenderlo.
Con un jefe desesperado, por más íntima confianza que exista, no le quedó más que advertirle a los desubicados de la chichita con que se estaban curando…
Es todo lo que quería comentarles de este affaire de negocios y familiar. Con esta chimuchina presidencial, bastante ordinaria como dice el galeno Martínez, estaba olvidando insistirle en que no bajen la guardia porque el bicho sigue allí y el ministro Paris tampoco da pie en bola.
Afectuosamente,
Frank Kotermann