¿Fue mareo de altura?¿brutal franqueza? ¿estupidez esencial? Da lo mismo. En cualquier caso, ninguna novedad conociendo su historial pinochetista y admirador de Bolsonaro, los fachos de VOX de España y cuanto gorila renazca en el planeta. Que no son pocos.
Inflado por las nunca bien ponderadas encuestas, desprestigiadas, pero porfiadamente asumidas como referencia por el periodismo facilista y los especuladores de turno, a JAK se le fueron los humos a la cabeza y mostró la hilacha no siempre desnudada por sus contendores pese a su defensa de Krassnoff y otros asesinos seriales.
Es que la situación electoral está muy líquida, explican los expertos de pacotilla para analizar los vaivenes de última hora, marcados por torpezas varias, idas de lengua, autogoles y fanfarronerías del ego de postulantes a La Moneda y el parlamento. Algo así como el pánico escénico de algunas estrellas del fútbol en los minutos decisivos.
Y no ha sido sólo el protagonismo del mareado JAK – cuyo programa presidencial limita con la escolaridad en su redacción , más allá de sus titulares de retrocesos a tiempos dictatoriales – también Yasna, invadida por los nervios originados en las mal paridas encuestas que la muestran superada por el rufián de Parisi, lanzó pachotadas contra Boric (su aliado ineludible para segunda vuelta) sumándose al coro del terror anticomunista.
Cierto, algunos connotados PC aportaron lo suyo defendiendo al bandido de Ortega, que aplica el garrote indiscriminadamente en Nicaragua para aferrarse al poder con la bruja de su mujer. En medio de los entredichos comunistas que echaron por tierra el llamado centralismo democrático y la disciplina férrea heredada del estalinismo (tan admirado por el profesor Artés), Yasna – en lugar de solidarizar con Boric, Camila Vallejos y otro(a)s jóvenes dirigentes que, con su denuncia al corrupto y falso heredero de Sandino, refrescan el pensamiento democrático – tropezó torpemente con la misma piedra.
No nos sorprendamos en estos últimos días de campaña de desatinos, desesperaciones y arrebatos varios – vaya numerito de Larroulet, el cerebro del segundo piso – animando viejas y gastadas campañas del terror, o anuncios tremendistas apostando a capturar aquel voto blando, más blando y tan blando, que revelan encuestas más blandas aún.
Nos hablamos después del 21, cuando todos los votos – duros, blandos, inteligentes, tontos, útiles y absurdos – valdrán lo mismo.