Confiesa fidelidad infinita a su amada esposa e hijos. Enemigo declarado del divorcio, el aborto y los pecados capitales, mira para el techo cuando le preguntan de Karadima y los obispos pecadores. Aunque José Antonio hereda una pesada historia familiar prefiere no hablar de las andanzas de su predecesor en tiempos de dictadura y represión a campesinos en tierras de los Kast. ¿Cortos de genio o caras de palo?
Bendecido por una generosa herencia ha dedicado sus mejores años a la defensa de la causa emprendida por su muy venerado Augusto José Ramón. Parlamentario temprano del gremialismo, renegó de sus filas como fundante de una extrema derecha que reivindica sin ambigüedades aquella herencia política, militar y criminal, que bien simbolizan los actuales habitantes de Punta Peuco, comenzando por su tan admirado Krassnoff Martchenko.
final de cuentas JAK reivindica sus rasgos y orígenes comunes con la mal llamada familia militar. A la que Chile le debería la libertad frente al cáncer marxista, que hoy estaría renaciendo y renovado con el liderazgo de su muy despreciado Gabriel Boric.
Difícil sonreír en estas líneas habitualmente marcadas por el buen humor, pero hay días que un buen sueño se puede transformar en pesadilla. Y ésta se terminará junto con la esperanza que algunos pudientes caballeros ponen en el admirador de Bolsonaro y otras bestias planetarias.
Se las ha llevado fácil JAK. Su contendor en la derecha resultó ser es un muñeco inflable que perdió rápido el aire. Y, entonces, jugando al blanqueo de su esencia gorila el nacionalista consigue un trato afectuoso del gran poder mediático. Así esconde historia política, platas en paraísos fiscales y su compromiso con criminales de lesa humanidad.
El planeta ha sido fecundo en giros del poder que, para pesar de tantos, han favorecido a admiradores de Hitler, Franco y Mussolini – historia vieja para generaciones que sólo pueden lamentar el martirio de sus antepasados – y aquí en el final del universo uno de aquellos – bautizado José Antonio – sueña con el golpe de la fortuna.
Retomando el sentido de estas líneas semanales, tendrás que asumir fachito sonriente y coqueto con las cámaras que – por más caballerito civilizado y bien hablado que finjas en este último mes de campaña – no tienes cómo llegar a La Moneda, ni pasearte con disfraz de demócrata por las calles de un Chile que despertó.
Pastelero a tus pasteles y puedes darte con una piedra en el pecho por tu fortuna de cuna.
Y agradece que somos unos caballeros…