Aunque la senadora Rincón quiso borrar el episodio el mismo día, su ansiedad de protagonismo quedó registrada en ese furibundo reclamo compartido, entre otros, por el republicano “Rojo” Edwards y el emotivo Gaspar Rivas del Partido de la Gente…¿Por qué avergonzarse?
Que se quisiera borrar de la foto estuvo lejos de quitarle el sueño a sus solidarios acompañantes, críticos de la continuidad del proceso constituyente que se negocia en el parlamento. Los incomodados por el arrebato fueron la propia senadora y su fiel camarada Matías Walker, enfrascados en la pugna interna de la falange tras desconocer una decision mayoritaria por el Apruebo constitucional.
¿Por qué avergonzarse ahora? después de haber disfrutado del protagonismo que les regaló la derecha durante su campaña por el Rechazo, denostando el trabajo de los constituyentes, con descalificaciones al bulto que no distinguieron entre tirios y troyanos. Aludiendo hasta el hartazgo con el caso de Rojas Vade, en otros tantos desatinos y vacíos evidentes, pero ignorando aportes innegables de muchos – como el de Agustín Squella entre ellos – en contenidos que necesariamente deberán ser recuperados y validados por el futuro texto que reemplace la indefendible Constitución del 80(salvo para aquellos acompañantes de la incómoda foto de la discordia).
Jugar al todo vale en búsqueda del propio protagonismo pareciera ser un hábito instalado en desmedro de la calidad de las instituciones democráticas, como un fenómeno global que ciertamente traspasa nuestras fronteras. Constatación más que lamentable para desgracia de la humanidad.
Así Ximena Rincón, al borde de su resentida credibilidad, tantea en los límites partidarios; con Amarillos, no disponibles para garantizarle sus nunca negadas aspiraciones presidenciales (no es broma); inscribiendo anticipadamente la marca “Demócrata” para un futuro partido si todo saliera mal en la falange…Entonces recurrió, iracunda, al derecho a pataleo por el insoportable rol protagónico del senador Huenchumilla en las conversaciones parlamentarias sobre el futuro del proceso constituyente. De allí saltó a la escena inmortalizada en la foto que luego quisiera borrar con el codo una vez conseguido el efecto del berrinche.
Hace rato que la senadora se ocupa de la paja en el ojo ajeno y, ciertamente, no visualiza la tremanda viga acumulada en el propio.
¿Para qué fijarse en estos desagradables detalles si abundan desatinos transversales en la política nuestra de cada día? Quizás para resistir el acostumbramiento a la vista gorda y no sumarse a lo mismo.
Porque no todo vale. Ximena y sus amigos lo saben.