La Pontificación de Matías. Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

Los palos de ciego en la denominada Television Pública no debieran sorprender. Aún atrapada en el empate binominalista, sobrevive a costa de su desvanecido prestigio y derrumbada credibilidad. La reafirmación de Matías del Río, rasgando vestiduras con su tuerta pontificación sobre una supuesta “neutralidad”, desnudó nuevamente el desvarío de TVN.

Sería un exceso inmerecido concentrar los cuestionamientos al rol que (no) juega TVN en el caso de Matías. Tan disparatado como asociarlo con Matías, el apostol que reemplazó a Judas Iscariote tras su traición a Jesús.

Lo efectivo es que pese a ciertos iniciales intentos postdictadura (TVN se había podrido con la mentira oficial), que hoy se suelen añorar, la acentuada evolución de la industria televisiva y el mercado publicitario durante las últimas décadas terminaron por desnudar su contradicción esencial: empresa pública, sometida a reglas del mercado y obligada al autofinanciamiento, con una programación exigida por la obtención de publicidad comercial.

Su tránsito a los tumbos es más que reconocido y está en la base de una crisis de identidad mayor. En el prolongado entrampamiento sobre su destino, donde el proclamado carácter público ha sido eludido convenientemente por los perseverantes y poderosos detractores de aquella opción.

El académico Luis Breull ha resumido suscinta y acertadamente el desafío de futuro para una pretendida televisión pública: “A TVN hay que refundarla, porque es un canal que se dejó morir, se dilapidó el patrimonio público, el que fue muy poco cuidado, sobre todo en las gestiones de la última década y, principalmente, en los últimos cinco años, donde TVN estaba reducido a ser un cazador de rating”.

En este contexto ¿cómo pedir peras al olmo? y sorprenderse con el episodio protagonizado por Matías del Río, cuyas definiciones ideológicas y preferencias políticas – legítimas por supuesto – han marcado un sesgo de larga data, que contrasta con el profesionalismo y mayor transparencia de recordados periodistas, como Patricio Bañados y Augusto Góngora en aquella TVN de las décadas pasadas, hasta lo que sucede en canales privados actualmente con profesionales como Paula Escobar o Fernando Paulsen, entre otros tantos destacables.

¿Quién le pondrá el cascabel a este gato? La auto pontificación de Matías tiene algo de patético y ciertamente es funcional al cómodo tono amarillo en que se escuda la opción del Rechazo a la nueva Constitución, para nada lejana a la mantención del status quo en la denominada televisión pública.

Valga recordar que en estas mismas líneas se advirtió del prolongado hastío con del Río, recordando aquel brevísimo relato del genial Augusto Monterroso: “Despertó y el dinosuario todavía estaba allí…”

¿Aserto o acierto, Matías?

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