Ni se te ocurre renunciar Sebastián. Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

Es un gran necio,
un estúpido engreído,
egoísta y caprichoso,
un payaso vanidoso,
inconsciente y presumido,
falso enano rencoroso
que no tiene corazón.

(Fragmento de “Ese Hombre” por Rocío Jurado)


Apostar a ganador, ha sido tu juego desde potrillo. Con aventuras osadas como las pillerías iniciales en el Banco de Talca y luego, algo mayor, intentando reventar la competencia por el liderazgo de la también patrullera juvenil Evelyn Matthei. Ya madurito y arrinconado en una desastrosa segunda gestión presidencial seguiste los consejos del intocable Cristián Larroulet y apostaste a tu incondicional María Luisa Brahm en el TC. Perdiste y te toca pagar.

Ya nada es como quisieras y el agua al cuello te acompaña en tiempos de pandemia y desprecio ciudadano. Dejaste de ser gracioso y sólo te queda cuidar tus billones que crecen bien protegidos. Fue tu apuesta fundamental en la vida: rico, famoso y con poder. Abundan ejemplos similares en desastres políticos del último medio siglo en distintos continentes y otros estarán por llegar. En lo inmediato podemos ver el derrumbe de “líderes” con los que disfrutaste soberanos encuentros, como Trump y Bolsonaro. Ni el todopoderoso Putin tiene asegurada su rueda de la fortuna en el reinado que impuso hasta 2036.

El sentimiento popular lo ignoras. Habría sido diferente si hubieras caminado por las calles de nuestra larga y estrecha franja de tierra. Aquella angustiosa vida cotidiana que has despreciado, anunciando con gran verborrea parches miserables durante estos tormentosos tiempos de pandemia y miseria para millones de chileno(a)s. Tu egoísmo ha marcado la existencia de mucho(a)s que se tragaron la promesa de “tiempos mejores” y pisaron el palito dándote el voto.

Ahora tus repetidas y vacías frases rebotan en la indiferencia ciudadana. Se gastaron y sólo te queda preparar la entrega del gobierno que, a todas luces, te quedó tan grande como las mangas de tus camisas.

Forzaste a los precandidatos presidenciales de la derecha a pintar el mono, acompañándote en el frustrado anuncio del proyecto de ley que has debido tirar a la basura a las pocas horas de haberlo presentado. No tenías otra salida a riesgo de seguir tropezando con la gran piedra que te separa de las demandas ciudadanas.

No se te pasa por la cabeza renunciar, nunca escuchas y, más allá de las apariencias, continuarás soberbio junto al cerebro patronal de Larroulet. Tu marca en la historia del país termina de vaciarse y te acompañará hasta el último día de errores y horrores en La Moneda.

De un soberbio a tu estilo no se puede esperar sino la defensa de intereses personales. Soñaste con pasar a la historia y lo estás consiguiendo como pesadilla para la mayoría de los que sólo ansían que el tiempo pase lo más rápido posible.

Continuarás en tu burbuja. El que nació chicharra morirá cantando… y tan desafinado como tú.

Será hasta la próxima piedra en el camino, con la que inevitablemente volverás a tropezar.

Frank Kotermann

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