Se confesó, pero no hay caso… Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

La inadvertida gira europea de Sebastián, más allá del empeño obligado de las embajadas involucradas para celebrarlo finalizó con un retorno tan oculto como su inicio ante el temor de contramanifestaciones. El malhumor del viajero lo debió soportar Cecilia, que ha vivido situaciones familiares más que tristes. Por respeto a ella, omito comentarios, como consta en mi correspondencia de la semana anterior.

El que no omitió manifestar su despechada bronca fue Sebastián, ya indignado por el desmentido del equipo de comunicaciones de La Moneda respecto de la filtración en un conservador periódico español sobre una eventual separación o divorcio de la pareja presidencial. De poco sirvieron las posteriores excusas que Sebastián pidió a la ya remecida Cecilia, que viene resistiendo a duras penas las frustraciones de un presidente ausente, al que efectivamente parecen habérselo tragado los temibles alienígenas que espantan a la familia Piñera Morel desde fines de 2019.

De poco sirvió entonces la tan pretendida fotografía de Sebastián con Su Santidad y la declaración de sus pecados que asegura haber resumido, en su singular estilo apresurado, ante Francisco. Todo pareció tardío e inoportuno para Cecilia. Así la bronca de Sebastián no hizo más que demostrarle lo absurdo de una escapatoria de la realidad áspera durante sus días europeos.

Ratificando su precariedad anímica y desequilibrio cerebral – que ninguna de sus pastillas religiosamente suministradas permite ocultar ante quienes lo deben soportar al margen de sus minutos ante las cámaras televisivas – tardó muy poco en mandarse un numerito de aquellos, opinando con singular torpeza y desatino sobre el proceso constituyente y supuestas resoluciones referidas a “la libertad de enseñanza y el derecho de los padres a educar a sus hijos”.

Peor aún resultó la metida de pata presidencial al obligar a sus ministros Figueroa y Rubilar(ella) a respaldar sus tonteras públicamente.

Elisa Loncón, Jaime Bassa y otros constituyentes se vieron obligados a enmendarle la plana, aclarándole a Sebastián que estaba defecando fuera del tiesto cuando aún no se abordaba la materia en la comisión correspondiente.

Debut y despedida inmediata del tema que, por cierto, provocó más que un malestar en la ya menguada representación de la derecha electa en la convención.

Y que conste. En su caso no es sordera, es tontera…

Lo sigo lamentando por Cecilia…

Para ustedes ¡Salud! en estas fiestas patrias.

Frank Kotermann

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