Sebastián y el raspado de la olla… Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

Atrasado, paupérrimo en las palabras y con ordinaria puesta en escena. No podía resultar de otra manera el homenaje de Sebastián Piñera a las víctimas mortales de la pandemia en Chile.

Partiendo por la persistente manipulación de las cifras, el emocionado mandatario insistió en ignorar cerca de 10 mil fallecidos, aludiendo a 36 mil víctimas fatales, mientras 460 luces – el número exigía una explicación – se encendían en su memoria y un carabinero realizaba el toque de silencio ante una bandera a media asta. Todo ocurría el domingo en la oscuridad, garantizando nula participación de público que pudiese malograr el sombrío evento programado para registro de las cámaras oficiales. Las palabras fueron exactamente aquellas que usted está imaginando. Todo realizado para saldar una deuda oficial imposible de pagar. Para no quedar cortos se anunció 48 horas de duelo oficial, traducibles en lo que usted supone. En nada. Lúgubre, frío, a espaldas de la ciudadanía. Aunque todo ocurriera en la Plaza de la Ciudadanía

Capítulo cerrado al estilo de Sebastián.

Usted puede suponer que esta descripción está realizada con “mala leche”. Para muestra el botón. Esto dijo Sebastián: ”Es hora de unir nuestros corazones y voluntades para superar esta pandemia e inspirarnos en el testimonio y ejemplo de aquellos que no lo lograron».

En la hora de una despedida más que anunciada en su irrelevancia ¿se podría esperar algo diferente a la ordinariez descrita?

Como si no bastara con lo ya acontecido durante el languideciente final de mandato, día a día se agregan sucesos de pacotilla, consistentes con el desatino de una Moneda sin rumbo, sin sentido, sin emociones posibles. No achacaremos a Sebastián las ordinarieces de la malandrina y cada vez más horripilante ex alcaldesa de Viña del Mar. Sí, la fea de la Reginato. Esa serie se traslada a las páginas del hampa y lo policial.

Esta muerta no la cargo yo, dijo Sebastián.

Con la que sí tiene que cargar es con su antes coquetona Cecilia Pérez. Hoy, deslucida, lamentable en cada una de sus irrelevantes tareas. No es justo cargarle a ella el desastre de la presentación de nuestro país en las recientes olimpíadas, cuyo único protagonismo fue a través de la transmisión de TVN, eludiendo el nulo aporte deportivo de nuestros representantes, cada uno rascándose con sus propias uñas. De Pérez, mejor ni hablar…Le bastó con el viaje y pintar el mono…

¿Cómo nos cambió la vida?

Donde sí incidió Sebastián, por omisión culpable, fue en pasar por alto aquello que parecía una insignificante nominación -ad honorem- del exalcalde Alessandri en el GAM. De Perogrullo imaginar que para los gestores y actores culturales sería como instalarles una piedra en el zapato o un ají en el que te jedi. Y así no más fue. Entendible pero tal cual…

¿Qué le puede importar a Sebastián lo que suceda en el GAM?

Palos porque bogas, palos porque no bogas, lamentaría Cecilia…

¿Cuál Cecilia?…

No sigamos…

Será hasta la próxima…tontera
Cordialmente

Frank Kotermann

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