Sin hacer leña del árbol caído…

por La Nueva Mirada

Por F.Kotermann

Lo parto aclarando en respuesta a los múltiples mensajes recibidos desde el reciente fin de semana, el primero que Mañalich no pudo sumar a sus récords obsesivamente reiterados en aquella autorreferencia intimidante para sus asesores y subordinados. Fue tanto el cántaro al agua que Sebastián no tuvo otra opción que sacrificar la reina en una jugada de tablero tardía y camuflada desde las propias y soberbias palabras de despedida del desde entonces innombrable por más lágrimas de cocodrilo que abundaran en su entorno.

sacrificar la reina en una jugada de tablero tardía y camuflada

Aunque alguno dude de mi sinceridad debo decir que su partida no fue causa de celebración, aunque haya gastado tantas líneas a la vista clamando por su renuncia en este mismo espacio durante meses. Mi celebración fue por el regreso del doctor Martínez a su departamento, más allá del deterioro evidente de su organismo después de tantos días peleándole al maldito coronavirus. Con reposo prolongado y terapias de recuperación que no son gratas pero nuestro querido galeno, recibido con aplausos en el edificio, está vivo y volver a verlo, conversarle – él, hasta hoy, aplicado y obediente, se limita a breves observaciones verbales – y, lo sorprendente, leerlo, porque desde el sábado me entrega una página de puño y letra que atesoro como testimonio de una amistad mayor que me regala con reflexiones tan simples como esenciales para alguien que esquivó el golpe de la muerte en última instancia.

esquivó el golpe de la muerte en última instancia.

Para Martínez también el símbolo del desastre de la política de salud ante el avance implacable de la pandemia – ya es innegable la superación de la barrera fatal de cinco mil innombrados por la autoridad – fue el exministro, con el aval soberbio, ignorante y farsante de Sebastián.

Lo más impresionante en lo que me transmite mi apreciado galeno es su sentir por los que vio morir mientras se mantuvo atendiendo afectados por el coronavirus. No solo ancianos, con preexistencias, como inducía a pensar la fatídica y fría cuenta diaria del hoy innombrable. Jóvenes, mujeres madres de familia, angustiadas por el futuro incierto de sus hijos, traducidos en los rostros con que aún sueña penosamente mi estimado galeno.

Me ha hecho dudar de mis propias reacciones, porque estas circunstancias son brutalmente diferentes a experiencias anteriores, cuando he podido despedir a seres amados y queridos, algo tremendamente limitado y negado en lo más básico a esos miles de familiares de los que continúan partiendo víctimas de esta peste maldita, sólo comparables con las de la gripe española hace un siglo, circunstancia también inaceptablemente ignorada por el innombrable, íntimo y socio aplicado de Sebastián.

Por estas sensaciones fuertes y conmovedoras tras el retorno de mi apreciado doctor Martínez a la vida, que no será más la misma de antes, es que estas líneas las dedico a su retorno, celebrado con Gracias a la Vida, interpretada con su singular gracia y fuerza por la cada día más estimada chica del segundo piso, que continúa pelando el ajo con sus clases on line para pagar el arriendo. Así transcurre la vida por estos lares, con emociones fuertes agradeciendo a la vida que nos transmite el retorno del galeno Martínez.

Entenderán entonces por qué no celebro como un presunto “logro” la partida del innombrable …. Como nunca antes encontré sentido a que no vale la pena hacer leña con un árbol caído…

Será hasta la próxima y cuídense, aunque no esté el innombrable…Afectuosamente,
Frank Kotermann

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