Sin vergüenza ni memoria. Por Frank Kotermann

por La Nueva Mirada

Superado el pánico por la nueva Constitución la derecha salió del escondite desplazando de micrófonos y cámaras a los convenientes amarillos. Vuelta el alma al cuerpo Sebastián recuperó aquella locuacidad de sus comienzos de político – empresario que le recordara el deslenguado senador Ossandón: “no te declararon reo por lindo”. Ni el verbo ni la memoria son virtudes del esposo de Cecilia, menos aún después de la aparición de los “alienígenas” a quienes declaró la guerra.

No estaba muerto ni andaba de parranda. Ciertamente más que ocupado de sus inversiones multimillonarias en tiempos borrascosos, acentuados por la prolongación bélica ruso – ucraniana, que no excluyen rebotes en los paraísos fiscales. Obsesivo impenitente, durante los meses de silencio nunca perdió contacto con dependientes colaboradores como Jaime Bellolio, Juan José Ossa y Rodrigo Delgado, entre otros, que lo eximían de las culpas imputadas desde los más afiebrados ultraderechistas por haber entregado la Constitución del 80.

Sepultado por las encuestas, nunca imaginó que el 4 de septiembre alentaría un intento de resurrección política. Esa misma mañana al votar fue más que cauto y gelatinoso en sus declaraciones sobre el futuro político del país. Las palabras de buena crianza quedaron como evidente testimonio. El ruido de las bocinas arriba de la cota mil no le fueron indiferentes a Sebastián y Cecilia. Tampoco a Chadwick, su primo inmolado como jefe de gabinete e inhabilitado de ejercer cargos públicos hasta fines de 2024 por sus responsabilidades en el homicidio de Camilo Catrillanca.

Sintió que la vida le regalaba la oportunidad de volver a sonreír públicamente y nada más propicio que el incondicional Canal 13 de Andrónico y un bien dispuesto Iván Valenzuela, que le brindó su guante más blanco para la tan esperada resurrección en pantalla.

Dictar cátedra ha sido y será lo suyo. Da lo mismo el auditorio, la incontinencia verbal ya desatada es incontrolable ¿o no Cecilia? Atragantado como estaba, lo del 13 le pareció insuficiente y acto seguido “La Tercera” le facilitó saldar otras cuentas pendientes. No sólo para decir que cuando declaró al país en guerra se trató de un mero eufemismo. La sangre en el ojo con el Presidente Boric saltó a borbotones y la descalificación al nuevo gabinete recién asumido fue definitiva. Para qué hablar del “mamarracho”, con escándalos y excesos, de la Constitución propuesta por los convencionales. Ciertamente el país volviendo a la racionalidad extraviada cuenta con Sebastián como un incondicional colaborador para recuperar el tiempo perdido. ¿Cómo agradecer su generosidad y sabiduría?
A propósito de eufemismos, consulte usted si sin vergüenza es lo mismo que sinvergüenza.

También te puede interesar

Deja un comentario