Mientras el parlamento se incendia con teatralizaciones fogosas y rasgados de vestiduras por un nuevo retiro de fondos de pensiones, desde Palacio mantienen la amenaza de recurrir a un hoy patuleco Tribunal Constitucional, la indiferencia a la miseria de los que arriesgan sus vidas cotidianamente en busca del sustento escaso y se prolongan los oídos sordos de los más ricos a medidas ya aplicadas en el resto del planeta.
El doctor Martínez mueve la cabeza y cierra los ojos en señal de hastío…palabras sólo palabras que agotan y justifican exabruptos me dice anticipando un prolongado silencio que no requiere de mayores explicaciones.
Es el final de una jornada laboriosa que llama al reposo, pero la lluvia de informaciones y declaraciones públicas continúan haciendo eco en un cerebro que resiste la fuga al vacío. Mi pensamiento queda detenido en la última conversación telefónica con Cecilia, quién terminó por dejarme silenciado tras la imputación, justificada y documentada que le transmití sobre a la avaricia de Sebastián.
Me atrevo a decir que estamos bordeando situaciones límites que justifican reacciones límites. Los ojos cerrados del doctor Martínez tienen que ver con 48 horas de turno hospitalario atendiendo pacientes de Covid en la cuerda floja para pasar al triste patio de los callados, dicho que nunca tuvo más asidero en la realidad para quienes se van sin compañía posible ni una palabra de despedida que no sea la del personal clínico.
Sebastián sigue enojado porque su compra maravillosa de vacunas no es la noticia del primer plano y comienza a relativizarse su gran logro a nivel internacional. Algo obvio para cualquier médico tratante de infectados en uno de los países con récords de pacientes de Covid, en relación a su población habitante.
En el curso exacto de un año Sebastián ingresó a la lista de los mandatarios más despreciados del planeta. Y como guinda de una torta venenosa, algo que en su intimidad celebró gozoso- sus billonarias utilidades en el ranking de los más ricos – se transforma en justificación evidente para que, al menos, se pronuncie sobre la modesta propuesta parlamentaria de un impuesto – por una vez – a los más enriquecidos de Chile(que se cuentan con los dedos de las manos). Las cifras son muy menores a lo que ya han perdido los chilenos retirando sus propios fondos previsionales. Algo así como el 2% del patrimonio de las personas naturales que sumen más de 20 millones de dólares en sus haberes. Frente a ello, Sebastián y el elenco de los más ricos: mutis por el foro.
En contrapunto los chilenos(a)s se deben consolar con seguir comiéndose fondos previsionales que, por cierto, ya no existen para los más precarios. Así el gobierno de Sebastián, con la disculpa de migajas varias concedidas con gran bombo, aplica la parte ventajosa del perro del hortelano y no deja comer a millones de hambrientos.
Si eso no es extremo en medio de una pandemia que se ha llevado a más de treinta mil innombrados ¿qué falta para justificar reacciones más desesperadas cuando Sebastián celebra sus utilidades?
Mientras tanto con el doctor Martínez escuchamos las consecuencias de nuevas medidas del gobierno de Nueva Zelanda, donde Jacinta Ardern, primera ministra, aplicó un incremento de los impuestos a los más ricos del país y simultáneamente aumentó el salario mínimo.
El doctor vuelve a cerrar los ojos, yo regreso a mi departamento con el cuerpo algo frío y la cabeza aún caliente…
Será hasta la próxima.
Sigan cuidándose…el bicho muta y Sebastián mutis por el foro…
Frank Kotermann