¿Tropezando con la misma piedra?

por La Nueva Mirada

Por F. Kotermann

Debo reconocer que la liberación del encierro en nuestra comuna ha resultado un alivio. ¿Con qué resultados? “Sepa Dios” dice el galeno Martínez, al que le ha crecido su actividad clínica, con un turno inesperado que lo obliga a salir del departamento con una vestimenta de marciano que ignoro como se la puede sacar a su regreso en horas poco habituales. No está para bromas y espero que él me la muestre en sus detalles. En cualquier caso, lo veo energético y empoderado. Almorzaremos juntos el sábado próximo. Me anticipó que estaría libre y sumo múltiples preguntas sobre el momento clínico ante la pandemia que Mañalich sigue tratando como buena persona.

Por mi parte intensifico la escritura del libro en pausa desde mi accidentado retorno a Chile y he retomado el trabajo de traducciones con Nueva York, desde donde recibo malas noticias sobre conocidos que lo pasan pésimo por obra y gracia del bruto de Trump, tan entrampado y estúpido irreparable como Bolsonaro. Mi rutina callejera es cuidadosa y siempre en horas de madrugada, evitando contactos. El trote me pasó la cuenta por los días de encierro, pero recobro, algo pálido, el ritmo acostumbrado. El “cuidado tío” que me regaló la simpática vecina del segundo piso hirió mi orgullo macho por algunos minutos, hasta que me miré en el espejo. Así pasa. No hay tu tía, como repite Martínez.

Me estaba yendo por las piedras cuando lo que quería contarles es lo que voy viendo de la Plaza de la Dignidad. El enano alcalde Alessandri, asumo que coordinado con la velocista Matthei, se ocuparon de pintar con colores renovados a la estatua, el caballo y el propio general Baquedano. Así aparecieron días después de la visita de Sebastián -sin más comentarios – y un pequeño grupo de carabineros cuida esa renovada virginidad. Como parecía obvio empezaron a surgir visitantes desafiados por la nueva obra de arte oficial. Un lienzo, unos pocos gritos han anunciado un nuevo round, que debería registrarse próximamente en el emblemático lugar.

Las demandas de los crecientes insatisfechos en tiempos de pandemia van creciendo a pesar de las recetas de Mañalich y las ofertas, en gotario, del apretado ministro de Hacienda, celoso – como nadie en el mundo – del equilibrio fiscal en tiempos de borrasca planetaria.

No soy pitoniso, pero auguro que el retoque a Baquedano no tiene mucho futuro, aunque la guardia policial opere al acecho y fundada en el Estado de Excepción, por coronavirus, lo prevenga con la decisión acostumbrada. Otro tema para conversar con el galeno Martínez en nuestro almuerzo.

Desde la visita de Sebastián presiento un ánimo belicoso en los que miran a Baquedano. Es un presentimiento.

Desde la visita de Sebastián presiento un ánimo belicoso en los que miran a Baquedano. Es un presentimiento. Sus reiteradas cadenas televisivas, tan contradictorias, inentendibles y provocadoras parecieran respaldar la interrogante última que hice a Cecilia. ¿No estará confundiendo sus horas en pantalla con el apoyo ciudadano? Al menos Mañalich dice que le importa un huevo que lo miren feo. Al contrario, le gusta. ¿Será que el doctor que reemplazó como orejero principal a Chadwick contagió a Sebastián?

Al menos Mañalich dice que le importa un huevo que lo miren feo. Al contrario, le gusta. ¿Será que el doctor que reemplazó como orejero principal a Chadwick contagió a Sebastián?

Ya seguiremos conversando.

Se los dice un adulto mayor: si nadie los cuida, cuídense.

Atentamente,
Frank Kotermann

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