Con suerte la guardia de Palacio te devuelve el saludo, aunque varios llevan la chacota por dentro. Serán los meses más largos de tu vida y cualquier pelafustán trapea contigo. Tus hermanos te pasan la cuenta y Cecilia te soporta por rendición y fatalidad. Con todo, no le das lástima a nadie
Lo he conversado con mi doctor Martínez y coincide en que en un país de “maleteros” tu suerte política está echada, aunque se diga que ningún político se puede dar por muerto. Ejemplos sobran en estos días de “avivados” electorales. Imagínense que Tomás Jocelyn Holt anuncia candidatura; José Antonio Kast se siente ganador y Maldonado amenaza con ir sólo a la carrera presidencial. Es de mal gusto caer en lo escatológico, entonces me quedo con el dicho antiquísimo de nuestro vecino: “Dios le da mocos a quién no se sabe sonar” para no insistir en burlas que, casi por natura, se suelen autoinflingir los políticos ansiosos, de los que tú llevaste siempre la guaripola Sebastián.
Es de mal gusto auto adjudicarse méritos, pero te consta que advertimos con suficiente anticipación que si no guardabas silencio oportunamente serías hombre muerto caminando. Y ya está. Sucedió.

El alcalde Carter – operado de los nervios y de la cara – se transformó en generalísimo del arrugado Joaquín Lavín, te culpa de todos los males de la derecha y el socialdemócrata de “turno” te pasa la cuenta para subir en las encuestas; el enredoso de Sichel no se queda atrás y ya sabemos lo que te cobra Desbordes. Evelyn quedó con las ganas, pero te la tiene jurada desde el siglo pasado. Pesada tu cruz Sebastián. Tu cara de palo, los billones acumulados a buen recaudo y las pastillitas no te salvan del disgusto, pero ¡vaya! que te ayudan a sortear el fuego cruzado.
Has sido muy vaca en la vida y aunque no lo creías (Cecilia te advirtió) las traiciones rebotan y debe ser jodido que sólo te aplaudan tus empleados, asumiendo ese ego desmedido y escasez de brazos para contragolpear. Es que las hiciste todas, toditas, incluso declararte hincha de dos equipos de fútbol a la vez, cuando no eras de ninguno. Por vaca te vas a quedar decía mi tía abuela en el campo y te calza justo. No hay cómo ayudarte dice Cecilia, que harto te ha aguantado por décadas que, ahora, se hacen larguísimas.
Hasta los cabros chicos, ésos que no están “ni ahí” con la política, te tienen mala y ¿sabes por qué? por vaca repiten y, agregan, otras palabras calificativas, menos entendibles para generaciones mayores. ¿Para qué repetirlas?
Me habría gustado que sobrevivieras políticamente y no haber tenido tanta razón para darte por muerto. O que hubieras andado de parranda y resucitado para tener material en estas líneas. Has perdido hasta la manera de andar. Ojalá me equivoque, reaparezcas y le vuelvas a dar sentido a estas páginas. Me encantaría reconocerlo y volver a “darte” lo que merezcas.
Así se pierde la gracia y obligas a reinventar la mirada. Sobra material, pero nadie como tú Sebastián.
Ustedes cuídense. Paris anda con las trenzas sueltas y el virus también.
Frank Kotermann