Mario Valdivia V.
Con el fin del socialismo europeo y la caída de la Unión Soviética, nos convencimos de que se habían acabado las opciones históricas. Había que copiar lo “moderno”, lo que “Occidente” – Estados Unidos – hacía: mercados libres omnipresentes, economía abierta, individualismo al máximo, reducción del Estado… Era la única opción. Economistas entrenados en escuelas norteamericanas fueron los vigilantes de la conformidad de la reproducción.
Economistas entrenados en escuelas norteamericanas fueron los vigilantes de la conformidad de la reproducción.
Hoy vemos las consecuencias. Un sistema económico tan desigual como el norteamericano, un sistema social basado en la separación fundamental entre winners y losers, que humilla tanto o más que aquel, un tejido social formado por individuos indiferentes entre sí, o mutuamente competidores, que tiene cada una sus normas personales propias, y un ánimo social nihilista y desolado, sin reminiscencias de solidaridad grupal.
(Recuerdo que, en Europa del Este, con las revoluciones de colores post 1990, ocurrió algo semejante. Sus dirigentes se propusieron “recuperar la normalidad”, más que inventar algo nuevo. También se contaron el cuento de que no había más opción que copiar a “Occidente”… Hay que ver los regímenes xenófobos, nacionalistas y antiliberales que imperan hoy día en esos países y en la ex Alemania del Este, después de que dos décadas de copia activa resintieron a gran parte de la población).
Copiar es quizá la peor renuncia que se puede hacer a cuidar y hacerse cargo de una Nación.
Copiar es quizá la peor renuncia que se puede hacer a cuidar y hacerse cargo de una Nación. A tomar plena responsabilidad por ella. El modelo para copiar, la plantilla, se posiciona en las alturas, como Lo Más Importante, la guía a calcar, y se descuida por completo lo que ocurre en las tierras bajas en las que transcurre la existencia. Tanto así que cualquier consecuencia es aceptable si resulta de una copia bien hecha. Si la vida con sus miserias, dolores, injusticias y humillaciones se parece al Modelo, todo está bien; son consecuencias ineludibles para las que no hay alternativa, salvo las tentaciones falaces del espectro del populismo… La verdad de su ideología es siempre el mejor tranquilizante para los sacerdotes que nunca faltan.
Si la vida con sus miserias, dolores, injusticias y humillaciones se parece al Modelo, todo está bien
(Y la mayor ironía trágica es que en el hermoso Modelo ya no creen ni los norteamericanos, como lo demuestra cabalmente la elección de Trump y su gobierno)