Un tercer retiro no es la mejor opción. Por Andrés Palma

por La Nueva Mirada

Un tercer retiro no es la mejor opción, pero la alternativa que plantea el gobierno tampoco lo es: Ante la grave crisis sanitaria insiste en políticas de efecto insuficiente.

Los países que más han logrado contener los avances de la pandemia son los que han establecido estrictos confinamientos, y han podido realizar la trazabilidad de los casos. En el escenario crítico que estamos viviendo estas medidas se hacen más urgentes. Así lo piden, en estos días, los especialistas y diversas autoridades. Para que los confinamientos sean efectivos es necesario que las familias cuenten con los recursos necesarios para sostener su cuarentena. Así ha ocurrido en los países que marcan rumbo. Claramente no es el caso nuestro.

Como una forma de atender las reales necesidades de las familias, en el Congreso se propone un tercer retiro de fondos desde las AFP. El objetivo es ayudar a que las familias puedan sobrellevar la crisis sanitaria y efectuar las cuarentenas. La discusión tiene lugar en el contexto de incremento de los contagios y llamados a nuevas restricciones.

Cabe preguntarse si un tercer retiro es la mejor solución para enfrentar este momento crítico.

Antes de responder vale la pena evaluar el impacto de los anteriores retiros. El primero fue muy positivo desde el punto de vista de la reactivación económica, lo que se reflejó en cifras alentadoras en los meses siguientes a su materialización. El segundo también, pero con menores efectos, tanto por el monto retirado como porque un número importante de las personas más necesitadas ya no tenía fondos para retirar. Hoy día alrededor de 4 millones de personas no podrán hacer retiros, dado que ya no tienen fondos en sus cuentas.

El uso de los fondos retirados también debe ser analizado con más precisión, ya que no hay cifras del todo esclarecedoras. Una parte, la mayor, se destinó a consumo. Esa parte es la que justificó el retiro, pero otra parte se destinó a pagar deudas, algo que alivió a las familias y mejoró la situación de los bancos y el retail, y una parte no menor se destinó a ahorros en Chile (las cuentas 2 de las AFP se incrementaron en unos 4 mil millones de dólares y los APV en otros 2 mil) y, posiblemente, fuera de Chile (salieron del país cerca de 4 mil millones de dólares provenientes de familias y empresas no financieras). De haber un tercer retiro, es posible que una parte mayor se destine a estos otros objetivos, debido a que quienes aún cuentan con fondos son personas que han tenido buenos y permanentes empleos.

Lo expuesto permite sostener que un tercer retiro puede ayudar a ciertas familias y a la reactivación, pero no es la mejor solución para un efectivo confinamiento.

Se ha planteado como alternativa el uso de los fondos acumulados en el seguro de cesantía. Ello no abarcaría a todos los que necesitan ayuda y nuevamente serían los propios trabajadores quienes estarían aportando sus fondos para enfrentar el problema. Nuevamente un problema social se solucionaría con recursos privados.

La solución siempre ha estado en manos del gobierno, que tiene como tarea esencial la protección de la ciudadanía.

Este lunes, el Presidente Piñera, ha reiterado medidas que son insuficientes en montos y universos de beneficiarios, no atienden las necesidades de las empresas en crisis y son perjudiciales para los municipios, actor clave en el éxito de la campaña de vacunación. Su insistencia en la lógica de hiperfocalización en la entrega de recursos, los cambios frecuentes respecto al alcance y duración de los beneficios y su vínculo con las restricciones de movilidad han generado confusión, incertidumbre y disconformidad, y en lugar de generar las condiciones para que las personas restrinjan los contactos y eviten riesgos, han tenido el efecto contrario.

Para que el confinamiento sea efectivo las personas necesitamos certezas. Esta se alcanza, básicamente, proveyendo recursos para sostener la capacidad del sistema sanitario, en especial el funcionamiento de las redes de atención primaria, fundamentales para el testeo, la trazabilidad y el aislamiento (TTA) necesarios para detener el proceso de contagios; recursos para sostener a todas las familias que tienen empleos informales, que no tienen empleos o que los han perdido, de manera que puedan mantenerse confinadas el tiempo que sea necesario; y recursos para las empresas que deben detener su operación, por no ser esenciales, mientras debamos confinarnos. Adicionalmente, para que el resultado sea efectivo, se debe otorgar crédito de largo plazo a los proveedores de servicios básicos, de manera que cuentas, dividendos y arriendos no sean cobrados durante la cuarentena.

Hace un año, el 24 de marzo de 2020, el Foro para el Desarrollo Justo y Sostenible señalaba: “Es evidente que la cuarentena va a tener un severo costo económico, pero no hay opción. Es el momento de reaccionar con un paquete fiscal a la altura de las circunstancias.”

Un año después, el gobierno sigue sin estar a la altura de las circunstancias.

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