De por qué los niños sí deben leer cuentos de terroor

por Karen Punaro Majluf

Si bien los padres tienen aprehensiones a que los pequeños accedan a historias siniestras, hay textos redactados especialmente para los chicos y tienen como finalidad ayudarlos a reforzar su personalidad y alejar sus temores infantiles.

Paseando por la Feria Infantil y Juvenil de Ñuñoa, escuché a una mamá acercarse a un estand a pedir un libro de terror para su hijo de seis años “porque es la única literatura que le gusta”. El vendedor dijo no tener nada ad hoc y se quedó mascullando en que quizá no era bueno que un pequeño leyera relatos oscuros.

Si bien la literatura de terror es un género para adultos, con autores destacados como Stephen King o Howard Lovecraft; también hay escritores que se especializan en crear textos de miedo para niños, los cuales se redactan según el público objetivo y siempre, pero siempre, el mal es vencido. Los fantasmas son buenos, los vampiritos son tiernos o los misterios ayudan a los pequeños a superar sus temores. 

La escritora mexicana, Alejandra Rodríguez Montelongo, plantea que las historias de terror tienen una importante función en el desarrollo emocional de los niños.  “Todos, durante la infancia, hemos experimentado el miedo a algo, desde ideas irracionales y fantasiosas como el monstruo bajo la cama, el ropavejero y los fantasmas, hasta temores a figuras cotidianas como los dentistas, las inyecciones o los payasos (…) Ante estos casos la literatura infantil que aborda la emoción del miedo y el temor es sumamente útil. Pues, aunque a veces las situaciones que enfrentan los personajes están relacionadas con lo sobrenatural, logran mostrar a los pequeños lectores que es posible enfrentar aquellos temores que nos acechan”, señala.

El 2022, Editorial Anaya, publicó Los mandamientos vampíricos, de Alex Foulkes, protagonizado por un niño de 11 años que olvida las reglas a seguir lo que lo lleva a meterse en más de un lío. Y si bien puede ser algo terrorífico en sus primeras líneas, inmediatamente el autor encaja un relato gracioso que lo relaja.


Existen dos formas de matar a un vampiro.Estos métodos prometen la muerte segura de la bes-tia chupasangres, según el Manual del asesinato para el cazador novicio. Es un libro misterioso y poco conocido, que a pesar de todo se encuentra en bibliotecas de todo el mundo, siempre que sepas a quién preguntar.

(…)

En lo que se refiere a la caza de vampiros, propone lo siguiente:1. La luz solar. Por desgracia, en las ediciones más recientes del Manual, los detalles concretos acerca de lo que le sucede a un vampiro al exponerse al sol se omitieron por considerarse demasiado horribles. En las versiones más antiguas, las páginas han sido arrancadas para no causar pesadillas a los jóvenes cazadores.2. Una estaca. Sí, sí, una estaca. ES-TA-CA. No ES-TU-CO.El estuco es una masa elaborada con yeso que se utiliza para adornar los techos y las paredes de las casas de la gente mayor. En un ejemplo de mal gusto, es habitual pintarlo de dorado. ¡Ugh!

Y si de historias para niños curiosos se trata, El fantasma de la casa de al lado (2018, editorial SM) resulta ideal, pues narra las aventuras de un pequeño que se obsesiona pensando en que la vivienda de sus vecinos está encantada. La obra de Iñaki R. Díaz –texto- y Patricia Metola –ilustraciones- fue adaptada para menores con dificultad lectora.


En la casa de al lado vive un fantasma. ¡Os digo la verdad! Por las noches lo veo moverse. Lucas me ha retado a comprobarlo… ¿Y ahora qué hago? ¡Tengo que demostrarle que soy valiente!

 Miedo al miedo

Los padres tienen miedo de exponer a sus hijos al miedo; suena redundante, pero se trata de algo real. Una encuesta realizada en Inglaterra a mil padres dejó en evidencia que el 33% de ellos no permiten que sus niños accedan a historias con personajes siniestros, “como la Bruja del Oeste, de El Mago de Oz, o las brujas protagonistas del célebre cuento del mismo nombre de Roald Dahl”. Sin embargo, este mismo grupo de papás afirmó reconocer que estos personajes ayudan a que sus hijos aprendan a distinguir entre el bien y el mal, y que con ello superen sus propios miedos. 

Parece un juego de palabras, pero los malos pueden ser buenos para los niños. “El miedo es una respuesta natural. Cuando estás leyendo una historia de terror a un niño, o es él el que la lee, tiene un nivel de control: puede dejarlo o pedirte que pares cuando quiera. La historia puede generar una discusión mediante la que poder explorar y explicar cómo se siente ante una determinada situación”, explica la psicóloga Emma Kenny en The Guardian, sobre el estudio realizado.

Sheldon Cashdan, profesor de psicología emérito de la Universidad de Mass-Amherst, afirma que “cuando los niños leen este tipo de cuentos, proyectan, de manera inconsciente, los aspectos positivos y buenos en el héroe o la heroína de la historia mientras que el lado oscuro se lo adjudican al villano, el malo o la bruja”.

 

Además, la literatura de terror infantil, a través de la valentía, astucia o inteligencia, permite a los buenos vencer a los malos, desarrollando su capacidad para razonar y el pensamiento crítico. Si hablamos de cuentos clásicos –ya adaptados para niños y no en su siniestra versión original-, tenemos, por ejemplo, a que La Cenicienta es capaz de vencer la envidia; Hänsel y Gretel retornan al amor del hogar; La Bella durmiente supera la fuerza de la venganza; y Blancanieves es más fuerte que el odio por vanidad.

Es importante, señala el doctor Lawrence Sipe, experto en educación infantil y literatura, que los niños no lean “historias en las que la violencia es gratuita, ni cuando en ellas el bien no domina al mal, ya que los pequeños lectores terminan creyendo que el miedo y el mal siguen allí presentes”.


… descubrieron a lo lejos la casa de su padre. Echaron entonces a correr, entraron como una tromba y se colgaron del cuello de su padre. El pobre hombre no había tenido una sola hora de reposo desde el día en que abandonara a sus hijos en el bosque; y en cuanto a la madrastra, había muerto. Volcó Gretel su delantal, y todas las perlas y piedras preciosas saltaron por el suelo, mientras Hänsel vaciaba también a puñados sus bolsillos. Se acabaron las penas, y en adelante vivieron los tres felices. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

 Imaginario enfrentado a la imagen

Hay una segunda arista a considerar, pues no es lo mismo que los niños lean libros de terror a que vean películas de este mismo género. Con la lectura el imaginario depende de la persona -del menor en este caso-; mientras que al exponerlo a una pantalla, la imagen es real y puede superar lo que el pequeño hubiese llegado a crear. 

La narrativa se queda en niveles abstractos en donde el lector debe construir las imágenes. La propuesta fílmica facilita al espectador la realidad a transmitir.  Estefanía Orta, en su texto Análisis comparativo entre literatura y cineEstudio etnográfico en el aula, plantea que “el relato literario es exclusivamente verbal, mientras que el relato fílmico al carácter verbal se le suma el icónico y musical. Ambas artes coinciden en la transmisión de información, insertándose en una cadena de comunicación, compuesta por un narrador y un narratario, quien debe decodificar el universo diegético en el que se mueven los personajes”.

Esta paradoja llega a su fin cuando la opción es una película de terror para niños, ampliamente masificadas y que su enfoque familiar busca dejar una enseñanza, tal como en la antigüedad lo hicieron las fábulas. 

Una película que – a mi parecer – resulta perfecta para que los niños conozcan el género de terror sin pasar malos ratos es Frankenweenie (2012), basada en el clásico de Mary Shelly, Frankenstein. La cinta cuenta la historia de un niño tan desesperado por la muerte de su perrito que lo revive usando técnicas científicas haciendo de su mascota un Frankestein adorable que agita la cola. 

En este film predominan el amor fraterno entre un niño y su perro, la astucia e inteligencia, el uso de la ciencia y el triunfo de los sentimientos positivos. Si bien la gráfica es en blanco y negro y hace alusión al cine noir clásico, la taquicardia inicial pasa y se transforma en adrenalina pura de felicidad.


– Verás, anoche mi gato Bigotitos soñó contigo.

– ¿Cómo sabes eso?

– Porque esta mañana ha hecho esto.

– ¿Y lo has sacado de su cajoncito de arena?

– Es un presagio. El mes pasado tuvo un sueño con Bob y cayó en un agujero. Soñó también con Toshiaki el día que tuvo su mejor partido y con Nassor cuando cayó inconsciente. Si Bigotitos sueña contigo, significa que algo gordo te va a pasar.

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