Confundirse es no saber qué hacer, en un ánimo temeroso. En un buen talante, no saber qué hacer podría llevar a asombrarse o, quizás es mucho pedir, maravillarse. Y si la confusión no es solamente individual, sino grupal, más que una emoción personal es una onda social.
Confundido anda el mundo sobre cómo articular la economía y la política. La economía neoliberal de los últimos tiempos no coordina bien con la democracia. Asume un rol de dominación sobre la política, obligándola a eliminar constantemente los impedimentos al libre funcionamiento de la economía en todos los ámbitos de la vida social. Por su parte, la democracia quiere subordinar a la economía. Ella ordena horizontalmente la sociedad, la economía neoliberal la diferencia verticalmente – no bailan a un mismo ritmo. Una solución es subordinar la democracia, en Chile conocimos y sufrimos el esquema. La segunda posibilidad, menos violenta, es la que tierne confundido al mundo.
Fue un momento glorioso cuando la democracia y la economía bailaron bien apretaditas las dos. Entre 1945 y 1990, algo así. Los años socialdemócratas, cuando ellas se aliaron con gran estilo, cuando menos en Europa. Algunos dieron el amor por definitivo, se habló del fin de la historia. Olvidaron que la voluntad de alianza de la economía se basaba en su terror al comunismo – eran años de guerra fría, con grandes partidos obreros en los países europeos y grandes instalaciones industriales –, y a que el arreglo lo subsidiaban los norteamericanos. Ya no más, se acabó la guerra fría, el comunismo no se recupera, se fueron las grandes fábricas, los gringos se aburrieron de pagar la cuenta, la vieja alianza de repente le sale demasiado cara a la economía. Reina la confusión, nadie sabe cómo darle un curso democrático – horizontal a la nueva economía globalizada menos fabril.
En otros tiempos, la economía super liberal del llamado laissez faire supo subordinar a la política, pero se trataba de una democracia censitaria, débil, muy poco horizontal. El arreglo se acabó precisamente cuando esa política se derrumbó por la ampliación de la horizontalidad social. Y hubo tiempos en que la política supo dominar a la economía. Una política no democrática que, sin embargo, parecía auténticamente horizontal. En un caso, nacionalista y racista. En el otro, clasista. A la corta o la larga, la economía, subordinada y atenazada (produciendo cañones o mantequilla) se derrumbó.

Hoy día, donde quiera que se mire, reina la confusión. Hasta en Estados Unidos se ensayan nuevas soluciones para relacionar la economía y la política caracterizadas por algunos de populistas. Un intento de la política de subordinar a la economía con una pizca de nacionalismo, una gota de racismo y un toque de horizontalidad popular, atentando, es el temor de los demócratas liberales, derechamente en contra de la democracia. Es que la venerable alianza democracia – economía liberal terminó por dejar la grande en el mismísimo país que se instaló en el centro del mundo gracias a ella.
El único que se ve aplomado es Xi Jinping. Camina calmadito y enfocado, se entrevé que sonríe con un poco de ironía, o quizás es una gota de fastidio de tener que vestirse a la occidental para salir en la foto, dar entrevistas y conversar con pelados enclenques de ideas forzudas y chillonas. Acarrea el talante pacífico del viejo con mucho tiempo para matar que se dirige a la reunión semanal de Go con sus amigos jubilados, completamente seguro, incluso levemente aburrido, de que el mundo a su alrededor está bien. Es que al parecer los chinos la llevan en esto de articular virtuosamente política y economía. No democráticos, pero nunca tan verticales. Liberales, pero no en tanto. Herencia, tal vez, de la antiquísima tradición imperial anti feudal y anti oligárquica, y a las grandes masas de campesinos autónomos no serviles que hubo siempre en China, según dicen las historias.
Puede ser el miedo norteamericano a China el que confunde a los gringos, y ellos le pegan la ansiedad al resto. Porque, al final, lo que ocurre no deja de ser un espectáculo dramático asombroso, y la mala onda se nos tiene que contagiar de algún lado. Aunque la verdad es que no saber qué hacer apesta a mucha gente. Y es posible que mientras más lucas cuidan, más certezas los motivan, y más años creen tener por delante, el julepe sea mayor.