Tras la muerte de su hijo, y el asombro que le causó la devastación que dejó la Primera Guerra Mundial, el autor se volcó a las prácticas esotéricas en búsqueda de confirmar que existe un “más allá”.
“Esta es la cabeza de mi hijo, con un aspecto siete años más joven que el que tenía cuando murió. Se tomaron todas las precauciones y, en la medida en que pude observar, ninguna otra mano salvo la mía tocó la placa”.
Con esta frase Sir Arthur Conan Doyle explicaba cómo a través de la ciencia podía demostrar la existencia de la vida tras la muerte. Obsesionado con el espiritismo desde la muerte de su hijo Kingsley –sumado a la angustia que le provocó la devastación que dejó la I Guerra Mundial- el escritor se dedicó a estudiar el fenómeno, incluso publicando Historia del espiritismo y gastando casi toda su fortuna en recorrer el mundo dando conferencias sobre el tema.
Para los seguidores del autor, resulta contradictorio que el creador del personaje más racional de la escena policial, Sherlock Holmes, creyera en los espíritus y las hadas. Sin embargo, vale mencionar como Conan Doyle aplica el método científico para corroborar la presencia de seres extracorpóreos. LaHistoria del espiritismo (1926) sitúa el origen del movimiento en una fecha simbólica: 31 de mayo de 1848, que fue cuando las hermanas Fox protagonizan fenómenos de raps (golpes) que conmocionaron a la sociedad neoyorkina. Pero si bien este sería el inicio, en el texto se dan a conocer hechos previos al citar al vidente sueco, místico y científico Emanuel Swedenborg – quien afirmó haber recibido revelaciones directas de los ángeles y ser el único autorizado a interpretar el verdadero sentido de la Biblia-.

El espiritismo forma un conjunto de ideas y enseñanzas compatibles con todas las religiones… Sólo existe una escuela con la cual es absolutamente irreconciliable: la escuela del materialismo, que tiene agotado el mundo y es causa radical de todos nuestros infortunios.
(La Historia del Espiritismo-1926)

Para explicar la veracidad de lo expuesto, Sir Arthur toma aspectos de la retórica y le da un cariz científico: observa de manera directa los fenómenos, ya sea en sesiones con médiums, materializaciones o fotografía de espíritus; toma testimonio de múltiples testigos; documenta los experimentos; clasifica los fenómenos entre raps, levitaciones, escritura automática, ectoplasma, entre otros; y apela a figuras científicas para dar peso a sus afirmaciones, como son Sir William Crookes –físico que estudió fenómenos mediúmnicos-, Cesare Lombroso -criminólogo que se interesó por la médium italiana Eusapia Palladino- y Camille Flammarion -astrónomo con inclinaciones espiritistas-.
Médico de almas

Conan Doyle estudió medicina y tras poner una consulta como oftalmólogo, donde el tiempo libre le sobraba, comenzó a escribir las historias de Sherlock Holmes que lo llevó a la fama con El sabueso de los Baskervilles (1902).
Siendo un escritor consagrado, el inicio de la I Guerra Mundial llegó a remecer su existencia. Primero porque quiso sumarse como un soldado más –siendo rechazado- y luego por la devastación que vio en Europa, escenario en el cual su hijo Kingsley regresa del campo de batalla enfermo de una neumonía que le cuesta la vida.
En 2014 se publicó una carta que Conan Doyle envió a su madre en la cual confirma su cercanía con el espiritismo desde antes de la muerte de su hijo. “No tengo miedo a la muerte del niño. Desde que me convertí en un espiritualista convencido, la muerte se convirtió más bien en una cosa innecesaria, pero temo enormemente el dolor y la mutilación”; sin embargo, la tragedia lo llevó a defender de forma férrea sus creencias.

En El caso de la fotografía de espíritus, escrito en 1922 para defender al círculo espiritista de Crew, Conan Doyle realiza una defensa vehemente de las instantáneas que captan seres “del más allá”, usando una imagen de él con una figura brillante a su lado que asegura es su hijo fallecido.
Los testimonios recogidos en El caso de la fotografía de espíritus revelan el sentir de una época, en la cual el duelo se podía soportar de la mano de la ciencia. En este libro, Doyle da uso de sus habilidades racionales -las mismas que hicieron famoso a Holmes- al servicio de lo irracional.
En este libro, mezcla de expediente forense y metafísico, aplica el rigor de su personaje para demostrar la autenticidad de las imágenes, a través de pruebas, testimonios y deducciones.
¡Por fin se «apareció» mi primera mujer! La reconocí al instante, también familiares y amigos; es un retrato muy fiel del aspecto que tenía tras veinte meses de agonía por el cáncer. Durante su enfermedad se le extirparon todos los dientes por consejo de un médico de Londres, y eso explica que tenga la boca hundida.
(Samuel Maddocks, director Real Escuela para Ciegos, Broomhill, Sheffield).
Estoy absolutamente convencido de que esa fotografía es un retrato de mi hija Ruby. Hemos recibido varias noticias y mensajes del más allá donde se describe cómo es su apariencia espiritual y este retrato coincide con esas descripciones. Comparto la opinión de muchos de mis amigos, que también se han reunido con los médiums, y están convencidos de que no hay truco en la producción de estas imágenes.
(Reverendo G. Vale Owen)
Doyle no se limitó a escribir. Emprendió una gira internacional misionera, recorriendo más de 80.000 kilómetros y visitando Estados Unidos, Australia, Holanda, Sudáfrica y Escandinavia, acompañado de su esposa y sus hijos; lo que lo llevó a perder casi toda su fortuna.
Además, durante 1919 publicó casi tres decenas de artículos y cartas en medios como Daily Herald, British Weekly, Light o Globe. Su defensa del espiritismo fue tan comprometida como la de cualquier doctrina religiosa, y llegó incluso a participar en investigaciones criminales reales, usando sus conocimientos deductivos, como en el famoso caso de Oscar Slater, condenado erróneamente por asesinato y liberado tras una campaña liderada por Doyle.
¿Conan-Holmes?

Son dos los casos en los que Doyle se convirtió en Holmes y aplicó la astucia y deducción del famoso detective. El primero es la condena a Oscar Slater, un inmigrante judío que fue acusado de asesinar a Marion Gilchrist, anciana de 83 años, soltera, que fue matada a golpes dentro de su casa en West Princes Street, Glasgow, durante los 10 minutos en que estuvo sola luego de que su sirvienta, Helen Lambie, saliera del inmueble.
Era víspera de Navidad en el año 1908 “alguien” entró al domicilio de Gilchrist y apenas robó un broche, de entre las millonarias joyas de la mujer. La mujer fue encontrada muerta con la alfombra de la sala enrollada en su cabeza. Coincidentemente, días después Slater trató de empeñar un prendedor similar y dejó la ciudad viajando con un nombre falso. Ambos hechos circunstanciales que lo llevaron a ser condenado a muerte –que luego fue modificada a cadena perpetua-.

Tras 18 años en prisión, Slater logró hacerle llegar una carta a Sir Arthur Conan Doyle, quien se empeñó en la inocencia del condenado y apeló hallando nuevas pruebas, citando testigos que no habían sido considerados llamados y cuestionó las pruebas de la acusación.
Delia Ventura, en su artículo “El caso en el que Sir Conan Doyle usó lo que aprendió de Sherlock Holmes para liberar a un condenado por homicidio”, detalla el paso a paso que usó el escritor para salvar al condenado:
*Descubrió que Slater viajó bajo un nombre falso porque iba con su amante. Estaba tratando de evitar ser detectado por su esposa, no por la policía.
*Si bien era cierto que Slater poseía un martillo, que se había presentado como el arma que usó para cometer el crimen, no era lo suficientemente grande y firme como para infligir el tipo de heridas que Gilchrist había sufrido.
*Conan Doyle subrayó que un médico forense en la escena del crimen declaró que una silla grande, chorreada de sangre, parecía ser el arma homicida.
*El escritor concluyó además que Gilchrist conocía y le había abierto la puerta a su asesino, pues no había señales de entrada a fuerza.
Tras la intervención de Doyle, el 8 de noviembre de 1927, el secretario de Estado de Escocia emitió la siguiente declaración: «Oscar Slater ha completado más de 18 años y medio de su cadena perpetua, y me siento justificado al decidir autorizar su liberación en licencia tan pronto como sea posible hacer los arreglos adecuados«.
Slater fue liberado y compensado con US$7.000 de compensación (unos US$100.000 de hoy), sin embargo, nunca fue exculpado.

El otro caso emblemático en el cual el escritor se involucró fue en la extraña desaparición de su colega Agatha Christie. Todo partió cuando la creadora del famoso Hércules Poirot mantuvo una discusión con su marido, Archibald Christie, quien le había confesado estar enamorado de otra mujer.
Era el 3 de diciembre de 1926, y a las 21.45 horas, Christie desapareció luego de dejarle una carta a su secretaria donde informaba que estaría en Yorkshire. No obstante, ella nunca llegó a destino, su auto fue encontrado cerca de un barranco del bosque de Surrey y dentro de este había restos de sangre, una maleta con ropa y un permiso de manejar caducado.
Christie acababa de alcanzar la fama con El asesinato de Roger Ackroyd y su desaparición no pasó desapercibida para la prensa causando gran conmoción en la sociedad. Conan Doyle, durante la primera semana de diciembre, visita a uno de sus medium de confianza. Lleva consigo un guante de Agatha. Ocho días después él declara públicamente que la escritora se encontraba bien y que regresaría en tres días… y así fue.
No se sabe si la desaparición de Christie fue un plan perfecto para martirizar a su marido durante su primera salida pública con su amante o si se trató de un hecho paranormal, lo interesante es como Conan Doyle se involucró y de manera poco racional resolvió la fecha en la que ella sería encontrada.